¿En qué creemos los que creemos en el paradigma de la sustentabilidad y la regeneración?
A esta altura del siglo XXI, nadie duda que estamos viviendo un cambio de paradigma como consecuencia de un cambio de era que modifica las estructuras sociales que conforman la base de la convivencia humana, y de nuestra convivencia con el resto de las especies que habitan el planeta Tierra.
Hoy podemos afirmar que la humanidad está transitando un momento en el que se están produciendo una serie de cambios históricos que nos obligan a cuestionar a las instituciones y a nuestra forma de organización política, económica y social. Una etapa de profundas transformaciones que está modificando nuestras creencias, valores y nuestra concepción del mundo tal como lo concebíamos hasta el presente.
Las dos bombas atómicas que en 1945 Estados Unidos lanza sobre poblaciones civiles de Japón y que marcan el fin de la Segunda Guerra Mundial, demuestra el poder devastador de la energía nuclear utilizada con fines bélicos. Ambos acontecimientos nos revelan por primera vez que las personas tenemos en nuestras manos un poder de destrucción capaz de acabar con el planeta y el proyecto humano, con lo queda demostrada la hipótesis de Edgar Morin de que los seres humanos no somos solamente sapiens, sino que somos sapiens sapiens demens: un poco sabios y un poco “locos” o dementes.
A partir de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, se producen una serie de cambios políticos, económicos, sociales, culturales, ambientales y tecnológicos que desde entonces fueron delineando la era del conocimiento en la que encontramos inmersos hoy, y que dieron lugar a la construcción del pensamiento e ideario del desarrollo sostenible y la regeneración .
Por lo tanto, en la actualidad, la humanidad se encuentra transitando un nuevo cambio de paradigma y, quizás, al mismo tiempo, un nuevo cambio de era migrando del Holoceno al Antropoceno, e ingresando en lo que podríamos llamar la “era del conocimiento”. Hoy todas las ciencias son ciencias de la información debido a que toda la investigación científica actual se basa en cálculos y estadísticas que se realizan a través de supercomputadoras[1].
Recordemos que hay tres grandes evoluciones que se superponen y complementan: la evolución biológica, la evolución tecnológica y la evolución digital. La inteligencia ya no tiene que ver con saber qué hacer, sino con saber qué hacer cuando “no se sabe qué hacer”. Frente a escenarios que se presentan con un alto grado de volatilidad y ambigüedad, el abordaje de la realidad se vuelve sistémico y desde una mirada que contempla la complejidad y la incertidumbre. En este contexto, la sociedad vive inmersa en el vértigo continuo que estos fenómenos provocan, sumados a situaciones y momentos de disrupción casi permanente, dado que la búsqueda continua de mayores grados de escalabilidad, combinada con la aceleración, da como resultado el colapso del sistema. El futuro –que no es lo que viene sino lo que hacemos para que suceda–, empieza a tener muchas posibilidades y ya no hay un solo y único destino; los futuros verosímiles posibles: futuribles, son muchos y variados.
Claramente, esto tiene sus matices porque, aunque todos vivimos en el mismo día y en el mismo planeta, las diferentes sociedades y comunidades que conforman el mapa humano global se encuentran en distintas etapas de evolución y épocas de la historia. De modo que no son pocas las sociedades que todavía están totalmente inmersas y atravesando el paradigma anterior, y muchas otras las que han quedado completamente fuera de los beneficios y privilegios que trajeron la Revolución Industrial y el Siglo XX. El nuevo paradigma no ha nacido aún completamente, pero ya hay fuertes indicios y señales de su presencia. Este nuevo paradigma se basa por sobre todo en una nueva era de la consciencia que está emergiendo en todo el planeta a nivel global. De acuerdo con Marcelo Figueroa, director de la edición argentina del Osservatore romano: “somos contemporáneos de un hito que nos atraviesa como humanidad: una pandemia a nivel global que marca un antes y un después en el Kairos, un cambio de época que nos exige prepararnos espiritualmente para esperar con fe y esperanza, discernir con paciencia y sabiduría, y a estar prontos para un nuevo tiempo que está por venir."
Sin embargo, varias son las voces que se pronuncian en contra de las opiniones del IPCC (Panel Internacional de Cambio Climático), organización constituida por expertos y científicos de todo el mundo que sostiene que el problema del calentamiento del planeta está directamente vinculado con la acción del hombre sobre su entorno. Y si bien en la búsqueda de demostrar pluralismo de ideas y de “escuchar la otra campana” la prensa también convoca a estos grupos de poder y de presión y los invita a opinar, es importante tener en cuenta que muchas veces las opiniones de estos “negacionistas” son solo voces aisladas, imbuidas de una enorme falta de rigor profesional y honestidad intelectual, que han decidido ignorar el conocimiento científico, y que además no cuentan con legitimidad ni representatividad para opinar. Pero, por sobre todo, hay que saber que son voces que no quieren escuchar aquello que creen que no les conviene a sus intereses particulares de corto plazo. Como nos recuerda Upton Sinclair : “es muy difícil lograr que un hombre entienda algo cuando su salario depende de que no lo entienda.”
Problemas como la contaminación ambiental, el calentamiento global, el cambio climático, el ecocidio, los refugiados ambientales, la inequidad, la exclusión, la pobreza extrema, y tantas otras calamidades que pretende atender la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, son todos temas que nos interpelan como humanidad, y que no pueden resumirse a una contraposición de argumentos a una acusación de sesgo cognitivo, ya que demandan una respuesta urgente y demuestran la insostenibilidad del sistema en el que vivimos inmersos en la actualidad.
[1] Con el advenimiento y desarrollo de los medios masivos de interacción, Internet y las redes sociales, el conocimiento que se genera en la mente de una persona puede ser compartido y procesado por otros individuos en forma virtual, descentralizada, a distancia y en tiempo real. De este modo, dicho conocimiento adquiere un extraordinario valor agregado y crece exponencialmente, para transformarse en algo más que la suma de las partes: en conocimiento colectivo. Frente a este escenario y con sus particularidades, podemos decir que esta nueva era marca el nacimiento de una nueva cosmovisión, en la que la concepción del tiempo y de la historia se transforma y el futuro se planifica exponencialmente, provocando la aceleración en la que vivimos inmersos hoy.
¿En qué creemos los que creemos en el paradigma de la sustentabilidad y la regeneración?
1. Creemos en una cosmovisión fundada en el imperativo ecológico, el principio de realidad, razonabilidad, proporcionalidad, equilibrio y coherencia -vivimos en un planeta pequeño, frágil, finito y somos muchos-.
2. Creemos que estamos transitando un cambio de paradigma civilizatorio que se propone alcanzar la integralidad entre el mundo -aquello que hemos creado los hombres a través de la historia- y nuestra casa común, el Planeta Tierra.
3. Creemos en la ética del cuidado, la ecobioética, la cultura de paz, y la protección de la naturaleza y del Sistema Vida en todas sus formas.
4. Creemos en una vida con propósito y en el derecho que tiene cada persona de poder ir en la búsqueda de su felicidad y de su propio proyecto de vida.
5. Creemos en la creación de valor integral en pos de la sustentabilidad y la regeneración de ecosistemas, sociedades y culturas.
6. Creemos en el derecho a la vida, el ejercicio del poder como un acto de responsabilidad y servicio, el orden, la justicia, el bien común, la cohesión social, la inclusión, la equidad, la complementariedad entre la independencia y la interdependencia, la protección de la libertad, el diálogo, los acuerdos, la corresponsabilidad, la autodeterminación, la trascendencia, la convivencia, la solidaridad, la prevención, la igualdad de acceso a las oportunidades, el bienestar general y la calidad de vida para todos los habitantes del planeta.
7. Creemos en la mirada de largo plazo acronológico, el abordaje sistémico, la valoración de la riqueza que reside en la diversidad, el respeto por los límites ecosistémicos planetarios y la capacidad de carga, la democracia, el estado de derecho, la igualdad ante la ley, la singularidad, la participación ciudadana, la pluralidad, el pluralismo, la gobernabilidad, la cocreación, el codiseño y la co-gestión, la horizontalidad, la legitimidad, la validación externa, la transparencia, la ecoeficiencia, la medición del impacto ambiental y social, la trazabilidad, la rendición de cuentas y el liderazgo en valores.
8. Creemos en el derecho a asociarnos y organizarnos para crear, diseñar, desarrollar e implementar modelos de gestión que promuevan formas sostenibles de desarrollo humano para sociedades sostenibles y regenerativas, basados en los principios y valores humanos universales que expresan la agenda de los Derechos Humanos, la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los Subjetivos de Desarrollo Sostenible.
9. Creemos en la belleza, la benevolencia, la verdad, el amor, la fraternidad, la armonía, el equilibrio, la serenidad, el respeto, la paciencia, el discernimiento, la conciencia, la autoridad moral, la decencia, la honradez, el conocimiento, el esfuerzo, el mérito, el trabajo, la compasión, la comunicación, la moderación, la alegría, la bondad y el buen humor.
10. Creemos en que nadie es tan fuerte como para hacerlo solo, ni nadie tan débil como para no tener algo importante para aportar a la fiesta de estar vivos.
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