Principio de responsabilidad superior y diferenciada

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El mandato o principio de responsabilidad superior es un concepto que describe la responsabilidad de los comandantes (si se trata de una entidad militar) o los superiores (si se trata de una entidad civil) de prevenir los delitos o castigarlos si son cometidos por sus subordinados; el no hacerlo se convierte en la base de su responsabilidad jurídica.

Este principio también refiere al grado de responsabilidad tienen todas aquellas personas que por su posibilidad de acceso a los privilegios –acceso a la educación, al trabajo bien remunerado, entre otros– y por el alcance que pueden tener sus actos, son mucho más responsables que aquellos que no tuvieron la oportunidad de gozar de todos esos beneficios. A más privilegios, más responsabilidad.

Responsabilidad superior y ecocidio

Hay una relación directa entre el ecocidio y el principio de responsabilidad superior.

El neologismo ecocidio hace referencia a cualquier daño masivo o destrucción ambiental de un territorio determinado, de tal magnitud que ponga en peligro la supervivencia de los habitantes de dicho territorio.

Generalmente está asociado con el daño causado por un agente vivo, que directa o indirectamente puede infligir un ecocidio matando suficientes especies en un ecosistema para interrumpir su estructura y función.

Cuando un ecosistema sufre un daño más allá de su capacidad de regenerarse, el ecocidio puede ser irreversible.

El ecocidio puede ser también el resultado de contaminación masiva, tal como el vertido de desechos de industrias o la contaminación por pesticidas que destruyen la fauna y flora local.

Desde la década de 1970 en adelante ha existido un apoyo creciente por parte de gobiernos, empresas y comunidades para reformar el Estatuto de Roma y convertir el ecocidio en el quinto crimen contra la paz. Es parte de un cuerpo emergente de leyes conocido como “jurisprudencia de la Tierra”.

Los defensores de convertir el ecocidio en un crimen internacional argumentan que se debe hacer para proteger los derechos humanos y el medio ambiente. Sin embargo, sus oponentes argumentan que hacerlo criminalizaría al conjunto de la raza humana.

Un ecocidio o un suicidio ambiental completo no son evaluables a posteriori y solo queda su evaluación previa. De ahí la pertinencia del principio de precaución, tanto en su versión jurídica (obliga a probar que no se hace daño con una acción) o en su versión filosófica (el principio de responsabilidad), enunciado por Hans Jonas. Tal como propone este autor, resulta pertinente la reelaboración del imperativo moral kantiano conforme al nuevo tipo de acción y capacidad humanas. El enunciado del nuevo imperativo sería el siguiente: “‘Obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra”.