Lideres regenerativos

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Por Ronald Sistek

¿Qué es un líder regenerativo?

Si profundizamos en la pregunta qué es un líder y qué es el liderazgo, vamos a tener tantas definiciones como personas. La naturaleza del liderazgo está en el acto de liderar. Liderazgo significa ver más allá, cruzar el umbral y todo aquello que ello signifique. El liderazgo requiere de una dirección de viaje clara y un propósito concreto.

Hay dos tipos de cultura que se han ido identificando con el liderazgo:

  • Culturas atomizadas: las comunidades están definidas por los acuerdos entre los individuos, de modo que el foco está en lo individual, en el comportamiento y las capacidades del líder.
  • Culturas comunitarias: los individuos están definidos por sus relaciones con la comunidad, por lo tanto, el foco está en la comunidad y en la naturaleza de las interacciones que se establecen entre los individuos entre sí y con el líder.

En estas corrientes se presentan los estilos de liderazgo que representan dos grandes separaciones históricas que no son excluyentes entre sí, sino que son complementarias.

En la actualidad, la mayoría de las ciencias de la administración están colonizadas por culturas atomizadas, por eso el foco generalmente está puesto en lo individual; sin embargo, las neurociencias y las ciencias de la complejidad están observando que estamos más definidos por nuestras interacciones que por nuestras capacidades innatas. Es en este contexto donde primero aparece todo el mundo del coaching de las capacidades individuales, una disciplina que después fue dando lugar al coaching sistémico.

Hoy en día ya sabemos que, si queremos modificar un sistema, primero deberíamos modificar la naturaleza de las interacciones que se dan dentro del mismo.

Todo esto resulta muy revelador porque significa que cada vez contamos con más herramientas para poder avanzar de una mejor manera en la búsqueda del sueño organizacional. Resulta entonces muy relevante la naturaleza de los paradigmas de pensamiento y la naturaleza del arraigo que tenemos frente a ciertos estímulos, que ponen el foco indistintamente en lo individual o en lo comunitario.

¿Qué implica liderar para la regeneración?

Si el contexto es simple, en realidad no hay mucho que trabajar en términos de estilo de liderazgo. Ahora, cuando el contexto se pone un poco más complicado, existe un potencial infinito en reinterpretar los estilos de liderazgo de tal manera de poder visibilizar la interacción entre las áreas y maximizar la hipervinculación para facilitar el análisis inter-silo.

Si pensamos en un mundo de largo plazo regenerativo, tenemos que estar abiertos a la experimentación a través de pruebas catalíticas en paralelo con ciclos de retroalimentación cortos y en tiempo real, que si son beneficiosas se transforman en atractores que luego se amplifican (y sino, se diluyen). Este abordaje nos permite luego tomar decisiones buenas y seguras.

Cuando un catalizador es beneficioso y se transforma en atractor, hay que hacerlo crecer lo más rápidamente posible hasta que llega un momento en el que se desarrolla y florece. Después, hay que cambiar la estrategia, porque todo lo que crece infinitamente tiende al colapso.

Comprender esto es tan relevante como entender que crecer no es malo, pero que tiene un límite. Los árboles crecen hasta un momento en que paran su crecimiento y comienzan su desarrollo.

En el paradigma tradicional y dominante, el entendimiento de “crecer y desarrollarse” tiende a mezclar y a confundir ambos conceptos, cuando en realidad el crecimiento no tiene nada que ver con el florecimiento; son dos estrategias completamente distintas.

Escalar tiene sentido, pero también tiene un límite. Si uno escala hasta un momento en el que todo lo que hace es replicable e interconectable, se encuentra frente a una estrategia mucho más sana y con percepción de largo plazo. Este es un tema clave: ¿hasta dónde crecer y cuándo esparcir? Por ejemplo, cuando uno arma un proyecto, supone preguntarse: ¿hasta dónde queremos crecer con estructura propia y cuándo comenzamos a armar alianzas?

En cambio, escalar por escalar no tiene sentido; ese es viejo paradigma del pensamiento del sistema corporativo. Mientras una estrategia tiende a la distopia, la otra tiende a la interconexión e interdependencia.

Si queremos promover la calidad de vida de los sistemas vivos, es necesario ver qué es aquello que tenemos que cambiar en nuestros estilos de liderazgo para poder transformar la curva de crecimiento en una curva de florecimiento.

Por lo tanto, no hay un estilo de liderazgo bueno o malo en sí mismo, sino que va a depender del contexto en el que naveguemos, por eso la contexto-dependencia resulta ser siempre un tema tan clave.

Nuestra inteligencia colectiva como humanidad no parece ser tan “inteligente” porque nos está llevando al colapso y la distopia (o quizás sea que al estar enfocada sólo en el corto plazo no internaliza las externalidades ni tampoco da lugar a las voces silenciadas). En tales casos, permanecer en la duda y hacer las preguntas correctas ayuda a liberar los puntos ciegos, una experiencia que si se hace de forma colectiva resulta mucho más fácil y productiva.

Si hablamos de estilos de liderazgo para la regeneración, precisamos comprender muy bien el momento presente en el que nos encontramos a nivel global como humanidad. Abrirnos a entender la interconexión y la interdependencia desde un abordaje sistémico y descubrir cuál es el tipo de aprendizaje requerido para generar el proceso de transformación que necesitamos, se vuelve imprescindible.

El ser humano y el mundo natural emergen mutuamente. Como diría el taoísmo: “Una flor y una abeja emergen mutuamente, son de especies distintas, parecen separadas, pero en realidad su coherencia es estar juntas”. Ese es el principio de la coexistencia, algo que como seres humanos hemos olvidado porque aprendimos a mirar la naturaleza como algo separado de nosotros. La regeneración no se va a producir a la velocidad que se requiere si no hay una regeneración de los campos sociales, organizacionales y comunitarios. Por lo tanto, aprender a hacer sentido y construir significado tanto a nivel individual como colectivo para poder atender la naturaleza compleja de los fenómenos que ocurren, es una capacidad muy importante en el liderazo regenerativo.

En cuanto a la resiliencia, los ecosistemas nunca pueden volver a ser lo que fueron, porque es como preguntarnos si podemos ser la misma persona que fuimos cuando despertamos. Este principio de la coevolución hace que nada pueda volver a ser aquello que ya fue. En este sentido, regeneración implica autopoiesis, un proceso de novedad perpetua que tiene que ver con la naturaleza del vivir de los seres vivos. Por lo tanto, la regeneración es generar las condiciones para que aquello que en algún momento existió, pueda tener las condiciones para seguir evolucionando. Justamente de esto se trata ese proceso intermedio que llamamos restauración y regeneración. Dos procesos reconciliatorios que apuntan a un resultado regenerativo de largo plazo, vinculado con la reparación y con la inclusión.