Desiderabilidad

De Sosteniblepedia
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En el libro “La Gran Transición: la promesa y la atracción del futuro” (The Great Transition. The Promise and Lure of the Times Ahead)”, escrito por un equipo del Stockholm Environment Institute y publicado por las Naciones Unidas en 1996, se asegura que domar la poderosa maquinaria de la globalización convencional a través de reformas para la sostenibilidad, requiere superar desafíos técnicos y políticos significativos.

A las preocupaciones pragmáticas sobre su factibilidad, añaden además una pregunta sustancial: ¿es deseable? La sostenibilidad, aseguran, propone un mundo globalizado más atestado y técnicamente manejado, en el que el medio ambiente todavía funciona y menos personas sufren de hambre. Pero ¿será ése un lugar de felicidad, posibilidades de elección y exploración individual y social? Podría ser un mundo sostenible pero indeseable.

El nuevo paradigma de la sostenibilidad trasciende la reforma, para volver a hacerse la pregunta que Sócrates formuló hace siglos: ¿cómo viviremos? Esta es la vía de grandes transiciones, el ámbito de la deseabilidad. Planteado en estos términos, los autores advierten que el nuevo paradigma deberá revisar el concepto de progreso. “Gran parte de la historia humana ha estado dominada por la lucha por la supervivencia en condiciones difíciles y de escasez. Sólo en el largo viaje desde la fabricación de herramientas primitivas hasta la tecnología moderna las necesidades humanas dieron paso gradualmente a la abundancia. El progreso implica resolver el problema económico de la escasez. Ahora, ese problema ha sido resuelto o, más bien, podría ser resuelto. La pre-condición para un nuevo paradigma es la posibilidad histórica de un mundo post-escasez donde todos puedan gozar de un nivel de vida digno. Sobre esos cimientos, puede mitigarse la búsqueda de cosas materiales. La visión de una mejor vida puede volcarse a dimensiones no materiales de satisfacción: calidad de vida, calidad de la solidaridad entre los hombres y calidad de la Tierra. Sólo así podremos soñar con un tiempo en que volvamos a valorar los fines por sobre los medios, y a preferir lo bueno sobre lo útil”.

Crecimiento vs. desarrollo

La compulsión por un consumo material cada vez mayor es la esencia del paradigma de crecimiento convencional. Pero la adquisición como un fin en sí puede ser un sustituto de la satisfacción, un hambre que no conoce alimento. La “curva de realización plena” ilustra la errónea identificación de nivel de consumo y calidad de vida. Pasado un cierto punto (“suficiente”), el mayor consumo deja de acrecentar la auto-realización. Los costos adicionales superan la satisfacción marginal que suponen los lujos adicionales, en la medida que hay que trabajar para pagarlos, aprender a usarlos, mantenerlos y repararlos, deshacernos de ellos y quizás sentirnos culpables por tenerlos cuando otros tienen tan poco.

El consumo excesivo sacrifica además otros aspectos de una buena vida: las relaciones, la creatividad, la comunidad, la naturaleza y la espiritualidad, aspectos que pueden incrementar la realización plena. La búsqueda de bases más profundas para la felicidad y la satisfacción de las personas ha sido expresada a través de diversas tradiciones culturales.

En el nuevo paradigma de sostenibilidad, esta búsqueda pasa a ser un tema central del desarrollo humano. La sostenibilidad es el imperativo que impulsa la nueva agenda.

El deseo de una calidad de vida enriquecida, de fuertes lazos entre las personas y de un contacto en resonancia con la naturaleza es la atracción que lo impulsa hacia el futuro. Solo a partir de comprometernos con nuestros deseos más legítimos, es que lograremos alcanzar la masa crítica de personas, comunidades y sociedades que nos lleve a la construcción de un mundo más sostenible. En el libro mencionado, los autores afirman, sin embargo, que una visión de este tipo no parece muy promisoria, dado el panorama global actual tan lleno de antagonismos, desigualdades y degradación de la naturaleza y del espíritu humano. Aunque también sostienen que los ardides de la historia nos deparan ciertamente sorpresas y, aunque algunas pueden no ser bienvenidas, otras pueden presentar posibilidades favorables.