Penalidad por pobreza

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La "penalidad por pobreza" describe el fenómeno de que los pobres tienden a pagar más para comer, comprar y pedir prestado que los ricos. El término se hizo ampliamente conocido a través del libro The Fortune at the Bottom of the Pyramid, de C. K. Prahalad, publicado en 2005. Este fenómeno fue antes abordado por un estudio sociológico de la década del 60 titulado The Poor Pay More, que examinaba las formas en que los patrones de consumo y la falta de opciones generaban la aparición de vendedores puerta a puerta, la oferta de "crédito fácil" y la venta a plazos para obtener ganancias de compradores de bajos ingresos, con menos opciones y hábitos de consumo menos sofisticados.

La "penalidad por pobreza" se refiere al costo relativamente más alto que los pobres deben asumir, en comparación con los no pobres, en su participación en ciertos mercados. Al tratar de desarrollar más este concepto, este documento aclara algunas de las formas más sutiles y directas a través de las cuales los pobres pueden ser marginados por la economía de mercado. Una breve revisión de las publicaciones de negocios y economía sugiere que existen diferentes causas y formas de la "penalidad por pobreza" y, por lo tanto, distintas formas de abordarlas, de acuerdo al tipo de mercado que se analice, el contexto específico del país, las características de los pobres mismos y las fallas del mercado, entre otros factores.

Según Jaqueline Pels es imprescindible dar respuestas a los grupos de riesgo que sufren la penalidad por pobreza, que implica que la gente que está fuera del sistema paga más, por exactamente lo mismo, que quienes tienen determinados privilegios o accesos. Por ejemplo, si tengo tarjeta de crédito, para mí el minuto de celular es más barato que para el que usa el sistema prepago; es más, yo primero consumo y después pago y el que usa prepago primero paga y después consume.

La penalidad por pobreza demuestra que la gente más humilde paga más por su condición de excluida.

Si no tengo agua corriente para hacer un jugo, necesito comprar agua y me sale más caro, eso explica en gran medida por qué les fue muy bien a las aguas saborizadas: fueron a un target donde eran más baratas que las gaseosas y donde las personas ya gastaban en agua si querían usar un jugo en sobrecito. En el caso de las finanzas, Yunus extendió la práctica de dar garantía social: traé cuatro personas que digan que sos una persona de bien y te doy el crédito. Ahora, las fintechs hacen un movimiento distinto y, con big data, pueden hacer un scoring alternativo; ven quién es quién a través de datos a los que se puede acceder. Porque la pobreza no es solo una condición económica, es multidimensional.

Desde la perspectiva de la penalidad por pobreza, se miran todas estas características y, para subsanar, se busca lo que sí hay, en vez de poner el foco en lo que no hay. Yunus se basó en un entramado social; las fintechs descubrieron que hay datos que, combinados, permiten estimar el grado de confianza que se le puede tener a quien pide un crédito