Diferencia entre revisiones de «Obsolescencia programada»

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La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño de dicho producto, éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.
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La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, y haya que comprar otro nuevo que lo sustituya. Su función es generar más ingresos debido a compras más frecuentes para generar “relaciones de adicción” (en términos comerciales, «fidelización») que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes.  
  
Se cree que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London proponía terminar con la Gran Depresión lucrándose a costa de la sociedad a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis en 1954. Sin pensarlo mucho, utilizó el término como título para su charla.
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El objetivo de la obsolescencia no es crear productos de calidad, sino exclusivamente el lucro económico, no teniéndose en cuenta las necesidades de los consumidores, ni las repercusiones medioambientales en la producción, y mucho menos las consecuencias que se generan desde el punto de vista de la acumulación de residuos y la contaminación que conllevan.  
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Esta práctica ha creado un creciente malestar entre los consumidores, por lo que, en tiempos recientes, activistas, medios de comunicación, organizaciones e incluso los mismos consumidores y varias empresas están llevando acciones para revertir esta práctica.
  
El potencial de la obsolescencia programada es considerable y cuantificable. Es altamente beneficioso para el fabricante, dado que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a que adquiera otro más satisfactorio,1 ya sea del mismo productor (mediante adquisición de una pieza para reemplazar y así arreglar el viejo producto o por compra de un modelo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo también previsto en el proceso de obsolescencia programada.
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'''Historia'''
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El primer producto afectado por la obsolescencia programada fue la bombilla incandescente. Uno de los primeros prototipos lleva funcionando desde el año 1901. [https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Alva_Edison Thomas Alva Edison], creó un prototipo de duración de 1500 horas. El éxito fue rotundo y aparecieron varias compañías dedicadas a su fabricación. Al principio el objetivo era crear bombillas más durables. Sin embargo, todo cambió cuando se aliaron para crear el [https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1rtel_Phoebus Cártel Phoebus] para establecer una duración máxima de 1000 horas de uso y penalizar a los fabricantes que violaran la nueva norma. En aquel entonces la conciencia ecológica y de derechos de los consumidores era prácticamente inexistente entre la población y las empresas, por lo que la sociedad de entonces terminó tolerando esta práctica.
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Se cree que el origen se remonta a 1932, cuando [https://es.wikipedia.org/wiki/Bernard_London Bernard London] proponía terminar con la Gran Depresión a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis, y sin pensarlo mucho, utilizó el término como título.
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Otro producto que fue afectado por la obsolescencia programada fue el [[https://es.wikipedia.org/wiki/N%C3%A1ilon Nailon]. En su introducción en 1938 era presentado como una fibra fuerte y prácticamente indestructible. Pero posteriormente las ventas cayeron debido a que nadie necesitaba reemplazar las medias, por lo que DuPont fue obligado a rediseñar el material para hacerlo más frágil y conservar las ventas.
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Posteriormente en los años sesenta se idearon nuevas técnicas de diseño y publicidad para impulsar el consumo de nuevos productos. Así las personas no eran obligadas, sino convencidas con diseños vanguardistas, características novedosas y nuevas tecnologías. Gradualmente el concepto de obsolescencia programada fue extendiéndose entre los fabricantes, lo que fue afectando la calidad y durabilidad de los productos desde entonces.
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Otro escándalo notable implicó al Reproductor de audio digital iPod fabricado por Apple Computer. En su introducción, su batería había sido diseñada para que durara sólo 18 meses, suficiente tiempo para que los consumidores lo reemplazaran por el próximo modelo fabricado por la empresa. Un par de consumidores Casey Neistat y su hermano decidieron crear un video que lo explicaba de forma atractiva para la población en general.
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El video recibió la atención de medios nacionales y dirigió el foco a la falta de políticas de reemplazo de baterías por parte de Apple. El video clip inicia con una llamada al Soporte Técnico de Apple y una conversación entre Casey y el operador, llamado Ryan. Casey explica que tras 18 meses de uso, la batería de su iPod murió. Ryan sugiere que por el costo de enviar y reemplazar la batería es mejor adquirir un iPod nuevo. Con la canción "Express Yourself de N.W.A., los hermanos comenzaron una campaña para informar a los consumidores acerca de las baterías. Usando carteles de stencils que decían “La batería irremplazable del iPod solo dura 18 meses” pintaron la advertencia sobre las publicidades del iPod en las calles de Manhattan. La película fue publicada en Internet el 20 de septiembre de 2003 y en seis días fue vista más de un millón de veces. La misma atrajo la atención de los medios rápidamente y la controversia fue cubierta mundialmente por más de 130 medios, incluyendo The Washington Post, Revista Rolling Stone, Fox News, CBS News y BBC News.
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Apple anunció oficialmente una política de reemplazo de baterías el 14 de noviembre de 2003 y también una extensión de la garantía el 21 de noviembre. Fox News estableció la fecha de la política dos semanas después del video y Neil Cavuto lo llamó una "historia de David y Goliath" en el programa Your World. La vocera de Apple, Natalie Sequeira negó conexión alguna entre el video y la nueva política, declarando que la revisión de la misma se venía trabajando durante varios meses antes de que la película haya sido publicada. Hoy en día se presenta un caso opuesto con las bombillas LED que pueden llegar a durar hasta 25 años.
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'''Consecuencias'''
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El potencial de la obsolescencia programada es considerable y cuantificable. Es altamente beneficioso para el fabricante, dado que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a que adquiera otro más satisfactorio, ya sea del mismo productor —mediante adquisición de una pieza para arreglar el viejo producto o por compra de un modelo más nuevo—, o de un competidor, factor decisivo también previsto en el proceso de obsolescencia programada.
  
 
Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar nuevos productos de un modo artificialmente acelerado si desean seguir utilizándolos.
 
Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar nuevos productos de un modo artificialmente acelerado si desean seguir utilizándolos.
  
La obsolescencia programada se utiliza en gran diversidad de productos. Existe riesgo de reacción adversa de los consumidores al descubrir que el fabricante invirtió en diseño para que su producto se volviese obsoleto más rápidamente a fin de que los clientes recurran a la competencia y basen su elección en la durabilidad y buena calidad del producto.
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'''Clases de obsolescencia'''
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• '''Obsolescencia programada propiamente dicha''': prever una duración de vida reducida del producto, si fuera necesario mediante la inclusión de un dispositivo interno para que el aparato llegue al final de su vida útil después de un cierto número de utilizaciones.
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• '''Obsolescencia indirect'''a: deriva de la imposibilidad de reparar un producto por falta de repuestos o piezas de recambio adecuadas o por resultar imposible la reparación (por ejemplo, el caso de las baterías soldadas al aparato electrónico).
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• '''Obsolescencia funcional por defecto''': un componente falla y todo el dispositivo deja de funcionar.
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• Obsolescencia por incompatibilidad: por ejemplo, cuando un programa informático deja de funcionar al actualizarse el sistema operativo. Guarda relación con la del servicio posventa, en el sentido de que el consumidor será más proclive a comprar otro producto que a repararlo, en parte debido a los plazos y precios de las reparaciones.
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• '''Obsolescencia psicológica''', derivada de las campañas de marketing de las empresas encaminadas a hacer que los consumidores perciban como obsoletos los productos existentes.
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• '''Obsolescencia estética''': cuando un producto es reemplazado por cuestiones de moda o diseño. Es bastante frecuente en la ropa, debido a las modas que cambian con rapidez, aunque también puede extenderse a los electrónicos, como los smartphones.
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• '''Obsolescencia por caducidad''': reduce artificialmente la vida de un producto, por ejemplo en la industria alimentaria, acortando las fechas de caducidad o de consumo preferente aunque todavía sea perfectamente consumible sin riesgo alguno para la salud.
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• '''Obsolescencia ecológica''': bajo el argumento “verde” se justifica el abandono de los dispositivos antiguos aún en perfecto estado, para promover la compra de nuevos productos bajo el argumento de que son menos agresivos al medio ambiente. Aunque también promueven un aumento significativo de residuos que no pueden ser siempre adecuadamente eliminados. Esta última categoría está altamente relacionada con el [https://es.wikipedia.org/wiki/Greenwashing greenwashing] o lavado de cara “verde” empresarial.
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'''Obsolescencia programada y producción'''
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La etapa inicial de la obsolescencia programada se desarrolló entre 1920 y 1930, cuando la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada sector deviene en el factor fundamental para lograr buen éxito.
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La elección de fabricar productos que se vuelvan obsoletos de manera premeditada puede influir enormemente en la decisión de ciertas empresas acerca de su arquitectura interna de producción.
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Así, la compañía ha de ponderar si utilizar componentes tecnológicos más baratos satisface o no la proyección de vida útil con la que estén interesados en dotar a sus productos. Estas decisiones forman parte de una disciplina conocida como [https://es.wikipedia.org/wiki/Ingenier%C3%ADa_del_Valor ingeniería del valor].
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La decisión de recurrir a la obsolescencia programada no siempre es tan fácil. Se complica aún más al entrever otros factores, como la constante competencia tecnológica o la sobrecarga de funciones, que si bien pueden expandir las posibilidades de uso del producto en cuestión también pueden hacerlo fracasar rotundamente. Otro problema es que al tratar de mantenerse competitivo dentro del mercado, el productor se ve obligado a reducir la calidad del diseño o materiales, y aunque esto técnicamente podría ser considerado obsolescencia programada, también podría ser clasificado como obsolescencia intrínseca al proceso de fabricación.
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Por ejemplo, en informática un software no desarrollado todo lo cuidadosamente que se debería puede provocar obsolescencia del hardware en el cual se ejecuta. Para más información véase [https://es.wikipedia.org/wiki/Software_inflado Software inflado].
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Para las industrias, la obsolescencia programada estimula la demanda mediante el incentivo a los consumidores a comprar si todavía quieren un producto que funcione. Estos productos se pueden comprar al mismo fabricante (una pieza de recambio o un modelo nuevo), o a un competidor que también dependa de la obsolescencia programada. Especialmente en los países desarrollados (donde muchas industrias ya se enfrentan a un mercado saturado), esta técnica es a menudo necesaria para que los productores mantengan su nivel de ingresos.
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Pero incluso cuando la obsolescencia programada podría ayudar a salvar a los escasos recursos por unidad producida, tiende a aumentar la producción total, ya que debido a la ley de oferta y demanda, disminuye en el costo y el precio finalmente se traducirá en aumentos de demanda y consumo.  
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Existe además la posible reacción de los consumidores que se enteran de que el fabricante ha invertido dinero para hacer el producto obsoleto más rápido; estos consumidores podrían recurrir a un productor (si es que existe) que ofrezca una alternativa más duradera.
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'''Desechos y contaminación'''
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Mientras la obsolescencia programada es atractiva para los productores, también puede hacer un daño significativo a la sociedad en forma de externalidades negativas. Continuamente sustituyendo, en lugar de reparar los productos, estos crean más residuos y contaminación, explotan más recursos naturales y se traducen en un mayor gasto en el consumo.
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El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Por ello otros objetivos como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades y se pueden producir graves daños al mismo.
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La falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados que se vuelven obsoletos constituye un foco de contaminación. Es una consecuencia del sistema de producción y económico contemporáneo, que promueve el consumo creciente. Por ello, la sostenibilidad de este modelo a largo plazo es discutida. Además, países en vías de desarrollo están siendo usados como vertedero de todos estos productos inservibles, lo que está generando en algunos casos una considerable contaminación y destrucción del paisaje.
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'''Obsolescencia por sector'''
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• '''Obsolescencia biológica''': Compañías como Monsanto propusieron semillas genéticamente alteradas para que se vuelven estériles e inútiles una vez que han dado la primera cosecha, las llamadas semillas Terminator producidas mediante la tecnología GURT (acrónimo inglés de Grupo de Tecnologías de Restricción de Uso), encontrando un rechazo por parte de autoridades y agricultores. Por otra parte, las compañías aseguradoras y de asistencia sanitaria manejan datos sobre los genes de los trabajadores que sirven para dictar la conveniencia o duración de su contratación laboral y retirarle a algunos la posibilidad de un seguro de vida, la llamada discriminación genética. La sustitución del trabajo humano por servomecanismos robóticos volverá, por otra parte, obsoletos a sus creadores en la llamada [https://es.wikipedia.org/wiki/Cuarta_revoluci%C3%B3n_industrial Cuarta revolución industrial] o robótica (tras la del vapor, la electricidad y la electrónica): destruirá muchos más puestos de trabajo de los que creará, según el [https://es.wikipedia.org/wiki/Foro_Econ%C3%B3mico_Mundial_de_Davos Foro Económico Mundial de Davos], uno de cuyos estudios prevé la desaparición de más de 5 millones de puestos de trabajos en los 15 países más industrializados del mundo.
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• '''Obsolescencia de medicamentos''': La mayoría de medicamentos contiene componentes químicos cuya vida útil es limitada. Sin embargo, algunos laboratorios reducen la fecha de caducidad de los fármacos que producen con el fin de obtener mayores ganancias en el negocio de la salud, ocasionando que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos. A pesar de ser cierto que luego de la fecha de caducidad existen fármacos que podrían desarrollar algún tipo de degradación del producto en agentes tóxicos y nocivos, la mayoría realmente solo desarrolla pérdida en la eficacia del medicamento sin perjudicar gravemente la salud de la persona. Además de esto, la fecha de expiración de todos los fármacos se hace bajo estudios de estabilidad físico-química aceleradas, es decir, en condiciones desfavorables para la consistencia del fármaco (alta temperatura, humedad, iluminación) lo cual ayuda a descontextualizar el tiempo de estudio. The Medical Letter asegura que la mayoría de los fármacos vendidos retienen su potencia en un 70 %–80 % en los diez primeros años posteriores a su elaboración.
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Por otra parte, la industria farmacéutica prefiere investigar los medicamentos paliativos o que cronifiquen una enfermedad a los que simplemente la curen. El biólogo molecular y premio Nobel de fisiología y medicina [https://es.wikipedia.org/wiki/Richard_John_Roberts Richard J. Roberts] declaró que “el mejor ejemplo es la [https://es.wikipedia.org/wiki/Helicobacter_pylori Helicobacter pylori]. [https://es.wikipedia.org/wiki/Barry_Marshall Barry Marshall] y [https://es.wikipedia.org/wiki/Robin_Warren Robin Warren] descubrieron que esa bacteria causaba las úlceras, no solo el ácido. La industria intentó eliminar la investigación. De haber medicamentos que acabasen con las células cancerígenas por inmunoterapia, serían muy difíciles de comercializar: si detuviera el cáncer del todo tomándolo dos o tres veces, ¿dónde estaría el dinero?”.
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• '''Obsolescencia de componentes eléctricos y electrónicos'''. El procedimiento suele ser el siguiente: uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla. Cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que resulta más ventajoso comprar uno nuevo que arreglarlo. Ocasionalmente el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suelen costar un poco más que adquirir uno nuevo. Por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprar uno nuevo. El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente como consecuencia de este fenómeno que se produce una y otra vez, cada día, en todo el mundo. Una vasta cantidad de estos residuos no son biodegradables y muchos son altamente contaminantes. De modo que si no se los trata adecuadamente pueden resultar dañinos para el medio ambiente y la salud de las personas.
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En respuesta, hoy en día muchos empleados del servicio técnico son capacitados para reparar los electrónicos digitales, adquiriendo incluso habilidades para lidiar con los circuitos antes reservadas a ingenieros. Otras enseñanzas incluyen el salto de las limitaciones impuestas por los fabricantes (como resetear el número máximo de impresiones), soluciones a errores de diseño e improvisación. Todo esto se resume en el concepto hindú ''jugaad'', que implica reparar algo sin importar su complejidad.
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• '''Obsolescencia de software''': La obsolescencia programada en el software se inicia desde el momento en que el fabricante impulsa a los consumidores a renovar / actualizar su versión de los programas informáticos porque no continuará con sus actualizaciones y el respectivo soporte técnico. De esa manera se comprará dos o más veces el mismo producto, añadiendo plusvalía artificial al fabricante.
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Un software que no goce de actualizaciones periódicas sufrirá eventualmente de obsolescencia debido a que se queda atrás en comparación a la tecnología digital al dejarse de desarrollar aplicaciones para el programa. Muchas veces estos programas informáticos discontinuados son llamados [https://es.wikipedia.org/wiki/Abandonware ''abandonware''] porque sus programadores “estancan” a propósito sus propios software con el fin de motivar al consumidor a comprar la nueva versión ya que, aunque los nuevos programas que introducen podrán leer el contenido de las versiones anteriores, una versión antigua no podrá leer los archivos del nuevo sistema. Ejemplo de esto fue la discontinuación del sistema operativo Windows XP por parte de Microsoft, lo cual deja en el camino a la obsolescencia al sistema operativo ya que como comunica Microsoft, de seguir utilizando Windows XP se podrían presentar vulnerabilidades en la seguridad del equipo ante amenazas como lo son los virus a pesar de que, en ese entonces, el 30% de las PC en el mundo todavía seguía usándolo y el programa sustitutivo no aportaba nada realmente sustancial. Aun así, todavía se usa en dispositivos como cajeros automáticos y dispositivos médicos. Y varios desarrolladores de muchas de las aplicaciones y dispositivos más populares todavía le dan soporte.
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• '''Obsolescencia alimentaria'''. Es frecuente encontrarse en los alimentos envasados, en vez de la fecha de caducidad, una “fecha de consumo preferente”. Y es porque los alimentos siguen conservando con el correr del tiempo la mayoría o la integridad de sus virtudes nutritivas y sanitarias, pero no su apariencia, textura, aroma o color. Sin embargo, esto basta para que los alimentos se desechen y se compren otros. El economista de la teoría del [https://es.wikipedia.org/wiki/Decrecimiento decrecimiento] [https://es.wikipedia.org/wiki/Serge_Latouche Serge Latouche] señala que es también una estrategia de obsolescencia programada frecuente en el consumo de lácteos y yogures, pero también en el de cualquier otro alimento envasado. El uso de conservantes, colorantes y otros excipientes de ciclo corto en el envasado también posee esta función. Toneladas de comida acaban en la basura a causa de pésimas pautas de calidad, cánones estéticos demasiado estrictos o malos hábitos y planificación.
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'''Formas de lucha contra la obsolescencia programada'''
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Una de las formas de obstaculizarla es mediante la creación de sellos de garantía de productos sin obsolescencia programada, como el sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada), creado por la Fundación FENISS (Fundación Energía e Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) que cumplen los productos con estos requisitos:
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1. Priorizar la compra de productos y la contratación de servicios que sean respetuosos con el medio ambiente, fabricados sin obsolescencia programada, y si es fabricante de algún producto, fabricarlo sin obsolescencia programada. Utilizando preferiblemente producto local y el Comercio Justo.
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2. Contribuir a la mejora energética y a la disminución de emisiones, con el objeto de reducir las huellas de carbono y ecológica corporativa.
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3. Realizar la correcta gestión de residuos.
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4. Promover la cultura del consumo social y ambientalmente responsable.
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5. Apostar por una responsabilidad ambiental y la preservación del Medio Ambiente local.
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6. Facilitar el acceso a la formación ambiental y de integración social.
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7. Evitar hacer uso de una publicidad engañosa o ambiental y socialmente irresponsable.
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8. Promover la igualdad e integración social.
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9. Facilitar la conciliación laboral, familiar y personal.
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10. Promover y difundir los compromisos adoptados hacia un modelo de gestión más sostenible y responsable. Incluir en sus contratos con terceros, cláusulas que impidan la corrupción.
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El sello ISSOP no solo busca la ausencia obsolescencia programada, sino también proteger el medio ambiente y el desarrollo sostenible de los productos.
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Otra de las propuestas principales pasa por un cambio de hábitos de todos, desde las mismas empresas productoras, los gobiernos y los propios consumidores a fin de que podamos encontrar un equilibrio y no generar tantos residuos, o en busca de nuevas propuestas de reciclaje de los mismos, como algunas marcas que ya apuestan por productos con piezas reemplazables y reutilizables, o en la investigación y desarrollo de fórmulas que los eviten, como los últimos avances respecto a bacterias que consumen el plástico residual.
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Por último, diferentes grupos ecologistas han ideado nuevas alternativas para conseguir alargar la vida útil de los productos, como, por ejemplo Amigos de la Tierra que han ideado la ''[https://alargascencia.org/es alargascencia]'': un directorio de establecimientos de reparación, alquiler, intercambio y compraventa de artículos de segunda mano, a fin de evitar ese incremento masivo de residuos.
  
El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Por ello otros objetivos como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades.
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'''Legislación'''
  
La falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados que se vuelven obsoletos constituye un foco de contaminación. Es una consecuencia del sistema de producción y económico contemporáneo, que promueve el consumo creciente. Por ello, la sostenibilidad de este modelo a largo plazo es discutida.
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Ecuador aprobó en 2016 una ley para comprobar que los productos adquiridos por el Estado no sufran de obsolescencia programada, la de incumplirse cual prevé sanciones administrativas y penales.  
  
Además, países del tercer mundo están siendo usados como vertedero de todos estos productos inservibles; lo que está generando una considerable contaminación y destrucción del paisaje en dichos países.
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En Francia, la ley sobre la transición energética y el crecimiento verde (Ley 2015-992) creó el delito de “obsolescencia planificada”, que castiga con dos años de prisión, una multa de 300 000 euros o el 5 % de las ventas anuales de la empresa.

Revisión actual del 00:54 20 ago 2020

La obsolescencia programada u obsolescencia planificada es la determinación o programación del fin de la vida útil de un producto, de modo que, tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa durante la fase de diseño del mismo, este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible por diversos procedimientos, por ejemplo por falta de repuestos, y haya que comprar otro nuevo que lo sustituya. Su función es generar más ingresos debido a compras más frecuentes para generar “relaciones de adicción” (en términos comerciales, «fidelización») que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes.

El objetivo de la obsolescencia no es crear productos de calidad, sino exclusivamente el lucro económico, no teniéndose en cuenta las necesidades de los consumidores, ni las repercusiones medioambientales en la producción, y mucho menos las consecuencias que se generan desde el punto de vista de la acumulación de residuos y la contaminación que conllevan. Esta práctica ha creado un creciente malestar entre los consumidores, por lo que, en tiempos recientes, activistas, medios de comunicación, organizaciones e incluso los mismos consumidores y varias empresas están llevando acciones para revertir esta práctica.

Historia

El primer producto afectado por la obsolescencia programada fue la bombilla incandescente. Uno de los primeros prototipos lleva funcionando desde el año 1901. Thomas Alva Edison, creó un prototipo de duración de 1500 horas. El éxito fue rotundo y aparecieron varias compañías dedicadas a su fabricación. Al principio el objetivo era crear bombillas más durables. Sin embargo, todo cambió cuando se aliaron para crear el Cártel Phoebus para establecer una duración máxima de 1000 horas de uso y penalizar a los fabricantes que violaran la nueva norma. En aquel entonces la conciencia ecológica y de derechos de los consumidores era prácticamente inexistente entre la población y las empresas, por lo que la sociedad de entonces terminó tolerando esta práctica.

Se cree que el origen se remonta a 1932, cuando Bernard London proponía terminar con la Gran Depresión a través de la obsolescencia planificada y obligada por ley (aunque nunca se llevase a cabo). Sin embargo, el término fue popularizado por primera vez en 1954 por el diseñador industrial estadounidense Brooks Stevens. Stevens tenía previsto dar una charla en una conferencia de publicidad en Minneapolis, y sin pensarlo mucho, utilizó el término como título.

Otro producto que fue afectado por la obsolescencia programada fue el [Nailon. En su introducción en 1938 era presentado como una fibra fuerte y prácticamente indestructible. Pero posteriormente las ventas cayeron debido a que nadie necesitaba reemplazar las medias, por lo que DuPont fue obligado a rediseñar el material para hacerlo más frágil y conservar las ventas.

Posteriormente en los años sesenta se idearon nuevas técnicas de diseño y publicidad para impulsar el consumo de nuevos productos. Así las personas no eran obligadas, sino convencidas con diseños vanguardistas, características novedosas y nuevas tecnologías. Gradualmente el concepto de obsolescencia programada fue extendiéndose entre los fabricantes, lo que fue afectando la calidad y durabilidad de los productos desde entonces.

Otro escándalo notable implicó al Reproductor de audio digital iPod fabricado por Apple Computer. En su introducción, su batería había sido diseñada para que durara sólo 18 meses, suficiente tiempo para que los consumidores lo reemplazaran por el próximo modelo fabricado por la empresa. Un par de consumidores Casey Neistat y su hermano decidieron crear un video que lo explicaba de forma atractiva para la población en general.

El video recibió la atención de medios nacionales y dirigió el foco a la falta de políticas de reemplazo de baterías por parte de Apple. El video clip inicia con una llamada al Soporte Técnico de Apple y una conversación entre Casey y el operador, llamado Ryan. Casey explica que tras 18 meses de uso, la batería de su iPod murió. Ryan sugiere que por el costo de enviar y reemplazar la batería es mejor adquirir un iPod nuevo. Con la canción "Express Yourself de N.W.A., los hermanos comenzaron una campaña para informar a los consumidores acerca de las baterías. Usando carteles de stencils que decían “La batería irremplazable del iPod solo dura 18 meses” pintaron la advertencia sobre las publicidades del iPod en las calles de Manhattan. La película fue publicada en Internet el 20 de septiembre de 2003 y en seis días fue vista más de un millón de veces. La misma atrajo la atención de los medios rápidamente y la controversia fue cubierta mundialmente por más de 130 medios, incluyendo The Washington Post, Revista Rolling Stone, Fox News, CBS News y BBC News.

Apple anunció oficialmente una política de reemplazo de baterías el 14 de noviembre de 2003 y también una extensión de la garantía el 21 de noviembre. Fox News estableció la fecha de la política dos semanas después del video y Neil Cavuto lo llamó una "historia de David y Goliath" en el programa Your World. La vocera de Apple, Natalie Sequeira negó conexión alguna entre el video y la nueva política, declarando que la revisión de la misma se venía trabajando durante varios meses antes de que la película haya sido publicada. Hoy en día se presenta un caso opuesto con las bombillas LED que pueden llegar a durar hasta 25 años.

Consecuencias

El potencial de la obsolescencia programada es considerable y cuantificable. Es altamente beneficioso para el fabricante, dado que en algún momento fallará el producto y obligará al consumidor a que adquiera otro más satisfactorio, ya sea del mismo productor —mediante adquisición de una pieza para arreglar el viejo producto o por compra de un modelo más nuevo—, o de un competidor, factor decisivo también previsto en el proceso de obsolescencia programada.

Para la industria, esta actitud estimula positivamente la demanda al alentar a los consumidores a comprar nuevos productos de un modo artificialmente acelerado si desean seguir utilizándolos.

Clases de obsolescencia

Obsolescencia programada propiamente dicha: prever una duración de vida reducida del producto, si fuera necesario mediante la inclusión de un dispositivo interno para que el aparato llegue al final de su vida útil después de un cierto número de utilizaciones.

Obsolescencia indirecta: deriva de la imposibilidad de reparar un producto por falta de repuestos o piezas de recambio adecuadas o por resultar imposible la reparación (por ejemplo, el caso de las baterías soldadas al aparato electrónico).

Obsolescencia funcional por defecto: un componente falla y todo el dispositivo deja de funcionar.

• Obsolescencia por incompatibilidad: por ejemplo, cuando un programa informático deja de funcionar al actualizarse el sistema operativo. Guarda relación con la del servicio posventa, en el sentido de que el consumidor será más proclive a comprar otro producto que a repararlo, en parte debido a los plazos y precios de las reparaciones.

Obsolescencia psicológica, derivada de las campañas de marketing de las empresas encaminadas a hacer que los consumidores perciban como obsoletos los productos existentes.

Obsolescencia estética: cuando un producto es reemplazado por cuestiones de moda o diseño. Es bastante frecuente en la ropa, debido a las modas que cambian con rapidez, aunque también puede extenderse a los electrónicos, como los smartphones.

Obsolescencia por caducidad: reduce artificialmente la vida de un producto, por ejemplo en la industria alimentaria, acortando las fechas de caducidad o de consumo preferente aunque todavía sea perfectamente consumible sin riesgo alguno para la salud.

Obsolescencia ecológica: bajo el argumento “verde” se justifica el abandono de los dispositivos antiguos aún en perfecto estado, para promover la compra de nuevos productos bajo el argumento de que son menos agresivos al medio ambiente. Aunque también promueven un aumento significativo de residuos que no pueden ser siempre adecuadamente eliminados. Esta última categoría está altamente relacionada con el greenwashing o lavado de cara “verde” empresarial.

Obsolescencia programada y producción

La etapa inicial de la obsolescencia programada se desarrolló entre 1920 y 1930, cuando la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada sector deviene en el factor fundamental para lograr buen éxito.

La elección de fabricar productos que se vuelvan obsoletos de manera premeditada puede influir enormemente en la decisión de ciertas empresas acerca de su arquitectura interna de producción.

Así, la compañía ha de ponderar si utilizar componentes tecnológicos más baratos satisface o no la proyección de vida útil con la que estén interesados en dotar a sus productos. Estas decisiones forman parte de una disciplina conocida como ingeniería del valor.

La decisión de recurrir a la obsolescencia programada no siempre es tan fácil. Se complica aún más al entrever otros factores, como la constante competencia tecnológica o la sobrecarga de funciones, que si bien pueden expandir las posibilidades de uso del producto en cuestión también pueden hacerlo fracasar rotundamente. Otro problema es que al tratar de mantenerse competitivo dentro del mercado, el productor se ve obligado a reducir la calidad del diseño o materiales, y aunque esto técnicamente podría ser considerado obsolescencia programada, también podría ser clasificado como obsolescencia intrínseca al proceso de fabricación.

Por ejemplo, en informática un software no desarrollado todo lo cuidadosamente que se debería puede provocar obsolescencia del hardware en el cual se ejecuta. Para más información véase Software inflado.

Para las industrias, la obsolescencia programada estimula la demanda mediante el incentivo a los consumidores a comprar si todavía quieren un producto que funcione. Estos productos se pueden comprar al mismo fabricante (una pieza de recambio o un modelo nuevo), o a un competidor que también dependa de la obsolescencia programada. Especialmente en los países desarrollados (donde muchas industrias ya se enfrentan a un mercado saturado), esta técnica es a menudo necesaria para que los productores mantengan su nivel de ingresos.

Pero incluso cuando la obsolescencia programada podría ayudar a salvar a los escasos recursos por unidad producida, tiende a aumentar la producción total, ya que debido a la ley de oferta y demanda, disminuye en el costo y el precio finalmente se traducirá en aumentos de demanda y consumo.

Existe además la posible reacción de los consumidores que se enteran de que el fabricante ha invertido dinero para hacer el producto obsoleto más rápido; estos consumidores podrían recurrir a un productor (si es que existe) que ofrezca una alternativa más duradera.

Desechos y contaminación

Mientras la obsolescencia programada es atractiva para los productores, también puede hacer un daño significativo a la sociedad en forma de externalidades negativas. Continuamente sustituyendo, en lugar de reparar los productos, estos crean más residuos y contaminación, explotan más recursos naturales y se traducen en un mayor gasto en el consumo.

El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico. Por ello otros objetivos como la conservación del medio ambiente pasan a un segundo plano de prioridades y se pueden producir graves daños al mismo.

La falta de una gestión adecuada de los productos manufacturados que se vuelven obsoletos constituye un foco de contaminación. Es una consecuencia del sistema de producción y económico contemporáneo, que promueve el consumo creciente. Por ello, la sostenibilidad de este modelo a largo plazo es discutida. Además, países en vías de desarrollo están siendo usados como vertedero de todos estos productos inservibles, lo que está generando en algunos casos una considerable contaminación y destrucción del paisaje.

Obsolescencia por sector

Obsolescencia biológica: Compañías como Monsanto propusieron semillas genéticamente alteradas para que se vuelven estériles e inútiles una vez que han dado la primera cosecha, las llamadas semillas Terminator producidas mediante la tecnología GURT (acrónimo inglés de Grupo de Tecnologías de Restricción de Uso), encontrando un rechazo por parte de autoridades y agricultores. Por otra parte, las compañías aseguradoras y de asistencia sanitaria manejan datos sobre los genes de los trabajadores que sirven para dictar la conveniencia o duración de su contratación laboral y retirarle a algunos la posibilidad de un seguro de vida, la llamada discriminación genética. La sustitución del trabajo humano por servomecanismos robóticos volverá, por otra parte, obsoletos a sus creadores en la llamada Cuarta revolución industrial o robótica (tras la del vapor, la electricidad y la electrónica): destruirá muchos más puestos de trabajo de los que creará, según el Foro Económico Mundial de Davos, uno de cuyos estudios prevé la desaparición de más de 5 millones de puestos de trabajos en los 15 países más industrializados del mundo.

Obsolescencia de medicamentos: La mayoría de medicamentos contiene componentes químicos cuya vida útil es limitada. Sin embargo, algunos laboratorios reducen la fecha de caducidad de los fármacos que producen con el fin de obtener mayores ganancias en el negocio de la salud, ocasionando que los pacientes desechen los medicamentos supuestamente vencidos para adquirir otros nuevos. A pesar de ser cierto que luego de la fecha de caducidad existen fármacos que podrían desarrollar algún tipo de degradación del producto en agentes tóxicos y nocivos, la mayoría realmente solo desarrolla pérdida en la eficacia del medicamento sin perjudicar gravemente la salud de la persona. Además de esto, la fecha de expiración de todos los fármacos se hace bajo estudios de estabilidad físico-química aceleradas, es decir, en condiciones desfavorables para la consistencia del fármaco (alta temperatura, humedad, iluminación) lo cual ayuda a descontextualizar el tiempo de estudio. The Medical Letter asegura que la mayoría de los fármacos vendidos retienen su potencia en un 70 %–80 % en los diez primeros años posteriores a su elaboración.

Por otra parte, la industria farmacéutica prefiere investigar los medicamentos paliativos o que cronifiquen una enfermedad a los que simplemente la curen. El biólogo molecular y premio Nobel de fisiología y medicina Richard J. Roberts declaró que “el mejor ejemplo es la Helicobacter pylori. Barry Marshall y Robin Warren descubrieron que esa bacteria causaba las úlceras, no solo el ácido. La industria intentó eliminar la investigación. De haber medicamentos que acabasen con las células cancerígenas por inmunoterapia, serían muy difíciles de comercializar: si detuviera el cáncer del todo tomándolo dos o tres veces, ¿dónde estaría el dinero?”.

Obsolescencia de componentes eléctricos y electrónicos. El procedimiento suele ser el siguiente: uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla. Cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que resulta más ventajoso comprar uno nuevo que arreglarlo. Ocasionalmente el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suelen costar un poco más que adquirir uno nuevo. Por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprar uno nuevo. El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente como consecuencia de este fenómeno que se produce una y otra vez, cada día, en todo el mundo. Una vasta cantidad de estos residuos no son biodegradables y muchos son altamente contaminantes. De modo que si no se los trata adecuadamente pueden resultar dañinos para el medio ambiente y la salud de las personas.

En respuesta, hoy en día muchos empleados del servicio técnico son capacitados para reparar los electrónicos digitales, adquiriendo incluso habilidades para lidiar con los circuitos antes reservadas a ingenieros. Otras enseñanzas incluyen el salto de las limitaciones impuestas por los fabricantes (como resetear el número máximo de impresiones), soluciones a errores de diseño e improvisación. Todo esto se resume en el concepto hindú jugaad, que implica reparar algo sin importar su complejidad.

Obsolescencia de software: La obsolescencia programada en el software se inicia desde el momento en que el fabricante impulsa a los consumidores a renovar / actualizar su versión de los programas informáticos porque no continuará con sus actualizaciones y el respectivo soporte técnico. De esa manera se comprará dos o más veces el mismo producto, añadiendo plusvalía artificial al fabricante.

Un software que no goce de actualizaciones periódicas sufrirá eventualmente de obsolescencia debido a que se queda atrás en comparación a la tecnología digital al dejarse de desarrollar aplicaciones para el programa. Muchas veces estos programas informáticos discontinuados son llamados abandonware porque sus programadores “estancan” a propósito sus propios software con el fin de motivar al consumidor a comprar la nueva versión ya que, aunque los nuevos programas que introducen podrán leer el contenido de las versiones anteriores, una versión antigua no podrá leer los archivos del nuevo sistema. Ejemplo de esto fue la discontinuación del sistema operativo Windows XP por parte de Microsoft, lo cual deja en el camino a la obsolescencia al sistema operativo ya que como comunica Microsoft, de seguir utilizando Windows XP se podrían presentar vulnerabilidades en la seguridad del equipo ante amenazas como lo son los virus a pesar de que, en ese entonces, el 30% de las PC en el mundo todavía seguía usándolo y el programa sustitutivo no aportaba nada realmente sustancial. Aun así, todavía se usa en dispositivos como cajeros automáticos y dispositivos médicos. Y varios desarrolladores de muchas de las aplicaciones y dispositivos más populares todavía le dan soporte.

Obsolescencia alimentaria. Es frecuente encontrarse en los alimentos envasados, en vez de la fecha de caducidad, una “fecha de consumo preferente”. Y es porque los alimentos siguen conservando con el correr del tiempo la mayoría o la integridad de sus virtudes nutritivas y sanitarias, pero no su apariencia, textura, aroma o color. Sin embargo, esto basta para que los alimentos se desechen y se compren otros. El economista de la teoría del decrecimiento Serge Latouche señala que es también una estrategia de obsolescencia programada frecuente en el consumo de lácteos y yogures, pero también en el de cualquier otro alimento envasado. El uso de conservantes, colorantes y otros excipientes de ciclo corto en el envasado también posee esta función. Toneladas de comida acaban en la basura a causa de pésimas pautas de calidad, cánones estéticos demasiado estrictos o malos hábitos y planificación.

Formas de lucha contra la obsolescencia programada

Una de las formas de obstaculizarla es mediante la creación de sellos de garantía de productos sin obsolescencia programada, como el sello ISSOP (Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada), creado por la Fundación FENISS (Fundación Energía e Innovación Sostenible Sin Obsolescencia Programada) que cumplen los productos con estos requisitos:

1. Priorizar la compra de productos y la contratación de servicios que sean respetuosos con el medio ambiente, fabricados sin obsolescencia programada, y si es fabricante de algún producto, fabricarlo sin obsolescencia programada. Utilizando preferiblemente producto local y el Comercio Justo.

2. Contribuir a la mejora energética y a la disminución de emisiones, con el objeto de reducir las huellas de carbono y ecológica corporativa.

3. Realizar la correcta gestión de residuos.

4. Promover la cultura del consumo social y ambientalmente responsable.

5. Apostar por una responsabilidad ambiental y la preservación del Medio Ambiente local.

6. Facilitar el acceso a la formación ambiental y de integración social.

7. Evitar hacer uso de una publicidad engañosa o ambiental y socialmente irresponsable.

8. Promover la igualdad e integración social.

9. Facilitar la conciliación laboral, familiar y personal.

10. Promover y difundir los compromisos adoptados hacia un modelo de gestión más sostenible y responsable. Incluir en sus contratos con terceros, cláusulas que impidan la corrupción.

El sello ISSOP no solo busca la ausencia obsolescencia programada, sino también proteger el medio ambiente y el desarrollo sostenible de los productos.

Otra de las propuestas principales pasa por un cambio de hábitos de todos, desde las mismas empresas productoras, los gobiernos y los propios consumidores a fin de que podamos encontrar un equilibrio y no generar tantos residuos, o en busca de nuevas propuestas de reciclaje de los mismos, como algunas marcas que ya apuestan por productos con piezas reemplazables y reutilizables, o en la investigación y desarrollo de fórmulas que los eviten, como los últimos avances respecto a bacterias que consumen el plástico residual.

Por último, diferentes grupos ecologistas han ideado nuevas alternativas para conseguir alargar la vida útil de los productos, como, por ejemplo Amigos de la Tierra que han ideado la alargascencia: un directorio de establecimientos de reparación, alquiler, intercambio y compraventa de artículos de segunda mano, a fin de evitar ese incremento masivo de residuos.

Legislación

Ecuador aprobó en 2016 una ley para comprobar que los productos adquiridos por el Estado no sufran de obsolescencia programada, la de incumplirse cual prevé sanciones administrativas y penales.

En Francia, la ley sobre la transición energética y el crecimiento verde (Ley 2015-992) creó el delito de “obsolescencia planificada”, que castiga con dos años de prisión, una multa de 300 000 euros o el 5 % de las ventas anuales de la empresa.