Instrumentos financieros ambientales

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Los recursos financieros actualmente disponibles son insuficientes para cumplir el compromiso de frenar la pérdida de biodiversidad. En consecuencia, se pone en riesgo el funcionamiento de los ecosistemas, y por lo tanto la provisión de bienes y servicios que son necesarios para mantener, aumentar y extender el bienestar humano, así como para el funcionamiento de nuestro sistema productivo.

Los gobiernos deben incrementar los recursos financieros para garantizar el desarrollo y la puesta en marcha de las políticas ambientales, el cumplimiento de la legislación ambiental y el mantenimiento de la biodiversidad, asignando fondos suficientes que permitan gestionar de manera eficiente el uso, aprovechamiento, conservación y protección de los recursos naturales de los países. De igual manera, el avance de la economía y de los sectores productivos depende no solo del máximo aprovechamiento de los recursos naturales sino también de la garantía de su restitución y sustitución, y del respeto por la capacidad de resiliencia de los elementos de la naturaleza. Es necesario por lo tanto incorporar instrumentos financieros que permitan capturar recursos complementarios a los presupuestos públicos ordinarios, que procedan bien de los beneficiarios directos de los servicios que suministra la biodiversidad, o bien de aquellas empresas o ciudadanos que deseen comprometer sus recursos privados en acciones de conservación.

En este sentido, los instrumentos financieros ambientales (por ejemplo, bancos verdes, bonos verdes, instrumentos del mercado de carbono, tecnologías financieras innovadoras, créditos o comercio de derechos de emisión de gases de efecto invernadero) están dirigidos a la preservación, protección, restauración o aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y el ambiente, así como al financiamiento de programas, proyectos e iniciativas de desarrollo sostenible, productos ambientales y políticas que fomentan el desarrollo de una economía más sostenible y con criterios sociales y/o ambientales.

Instrumentos financieros ambientales

Bancos verdes: Se conoce como bancos verdes a aquellas entidades financieras que ofrecen financiación a proyectos de energías renovables impulsados por la lucha contra el cambio climático.

Los bancos verdes juegan un papel clave para que la industria financiera pueda construir una economía sostenible centrada en las personas, el planeta y las ganancias; además de un articulador clave para el desarrollo comunitario y las inversiones sostenibles que permitan hacer frente a los desafíos actuales.

Los conocidos como bancos verdes ofrecen préstamos tanto a particulares como a empresas. Los particulares pueden de esta manera beneficiarse de estas energías y pagar facturas más reducidas por la utilización del resto de energías. Mientras que las empresas crearán cada vez más empleo y crecimiento. De este modo, a la vez que se buscan proyectos de inversión rentables, se impulsa la economía y se lucha contra el cambio climático.

Bonos verdes

Los bonos verdes son títulos de crédito emitidos por instituciones públicas o privadas que están calificadas para manejarlos. Son activos líquidos y de ingreso fijo que buscan realizar proyectos verdes, es decir sustentables, y obtener financiamiento por parte de inversionistas interesados, para al final, retornar el rendimiento de su inversión.

El mercado de bonos verdes está creciendo de una manera favorable y está ayudando a cambiar la manera de invertir y las expectativas de los inversores sobre los rendimientos de los mismos. ​ El Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional (CFI) son algunas de las instituciones que buscan impulsar el desarrollo de este nuevo mercado de inversión para ayudar al medio ambiente y además para poder ofrecer un instrumento nuevo de inversión que tenga liquidez y rendimientos fijos.

A fecha de junio de 2021 y según datos de Climate Bond Initiative, la emisión de bonos verdes en América Latina adquirió un volumen de 30.200 millones de dólares.

Instrumentos del mercado de carbono

Los instrumentos del mercado de carbono son una rama de financiación medioambiental que cubre herramientas financieras, como el comercio de derechos de emisión, para reducir el impacto de los gases de efecto invernadero (GEI) en el medio ambiente creando un mercado que resulte en un precio a las emisiones de estos gases (principalmente dióxido de carbono, por lo que la expresión "mercado de derechos de emisión de gases de efecto invernadero" se abrevia a "mercado de carbono" o "mercado de emisiones").

Las oportunidades y riesgos financieros impactan en los balances empresariales. Los instrumentos basados en el mercado son capaces de transferir el riesgo medioambiental y conseguir objetivos medioambientales. Los asuntos relacionados con el calentamiento mundial y las emisiones de GEI deben abordarse como decisiones estratégicas de gestión.

El término "finanzas del carbono" se aplica en general a inversiones en proyectos de reducción de emisiones de GEI y la creación de instrumentos financieros comercializables en el mercado de carbono.

Comercio de derechos de emisión

El comercio de derechos de emisión es un instrumento para la disminución de emisiones contaminantes (principalmente gases de efecto invernadero) que se basa en crear incentivos económicos de manera que dicha reducción se produzca de forma costo-efectiva.

Una autoridad central (normalmente un gobierno o una organización internacional) establece tres aspectos cruciales para el funcionamiento de un régimen de comercio de derechos de emisión. En primer lugar, se establece qué emisores de contaminantes forman parte de dicho régimen. En general, los regímenes de comercio de emisiones suelen centrarse en la regulación de emisiones de fuentes fijas como centrales térmicas o plantas industriales. En segundo lugar, se establece qué contaminantes están sujetos a este sistema. En tercer lugar, la autoridad define un límite sobre la cantidad total de gases contaminantes que pueden ser emitidos durante un periodo de tiempo preestablecido. ​Las empresas son obligadas a gestionar un número de bonos (también conocidos como derechos o créditos), que representan el derecho a emitir una cantidad determinada de residuos. Las compañías que necesiten aumentar las emisiones por encima de su límite deberán comprar créditos a otras compañías que contaminen por debajo del límite que marca el número de créditos que le ha sido concedido. La transferencia de créditos es entendida como una compra. En efecto, el comprador está pagando una cantidad de dinero por contaminar, mientras que el vendedor se ve recompensado por haber logrado reducir sus emisiones. De esta forma se consigue, en teoría, que las compañías que hagan efectiva la reducción de emisiones sean las que lo hagan de forma más eficiente (a menor coste), minimizando la factura agregada que la industria paga por conseguir la reducción.

El comercio de derechos de emisión es visto como un enfoque más eficiente que la tasación o la regulación directa. Puede ser más barato, y políticamente más deseable para las industrias existentes, para las que la concesión de permisos se hace con determinadas exenciones proporcionales a las emisiones históricas. Además, la mayoría del dinero generado por este sistema se destina a actividades medioambientales. Las críticas al comercio de derechos de emisión se basan en la dificultad de controlar todas las actividades de la industria y de asignar los derechos iniciales a cada compañía.