Identidad

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Identidad es la relación que toda entidad mantiene solo consigo misma.

En el ámbito personal, la identidad es el conjunto de rasgos característicos de un individuo, como sus actitudes y habilidades, su carácter, su temperamento, sus virtudes y sus carencias, todos los cuales permiten que este se diferencie de los demás y reconozca su individualidad y su personalidad. La identidad es lo que permite que alguien se reconozca a sí mismo. En consecuencia, la identidad personal es todo aquello que nos define como una persona independientemente de las demás. Tenemos conciencia de la identidad porque tenemos memoria, sin ella sería imposible nuestro propio reconocimiento. Es la identidad la que moldea a las personas, lo que determina sus gustos, necesidades, prioridades y acciones.

Identidad significa entender qué es aquello que me define desde mis propias características, mis propios deseos y mis búsquedas más íntimas.

En el ámbito empresarial, la identidad es el ADN del emprendedor, del empresario o del dueño del proyecto; quienes somos, más allá de lo que profesional o laboralmente hacemos. Es en este momento cuando deberíamos separar aquello en lo qué consiste concretamente nuestro proyecto, empresa o negocio, del dueño, emprendedor, o empresario que lo está realizando.

Es una pregunta difícil de responder, porque no estamos hablando de visión, ni de misión, ni de propósito, pero la respuesta sí complementa y completa todos estos conceptos.

¿Por qué es una pregunta difícil de responder?

Porque requiere de una fuerte introspección, y quien se formule esta pregunta tiene que poder alinear su ser con su sentir, además de tener la capacidad de reconocerlo y poder expresarlo en palabras. En general, a aquel que más se conoce a sí mismo, o que es más propenso a ser conocido por otro que esté autorizado para brindar una opinión independiente, más fácil le resultará el trabajo de descubrir la propia identidad. Es más fácil y exitoso el proceso de análisis de una empresa o un negocio, cuando encontramos un interlocutor que ya ha realizado con éxito este trabajo interno.

Hay personas que encuentran su identidad a través de dirigir la pregunta hacia otros: "¿qué ves en mí?". "¿qué encontrás en mí accionar?" o "¿por dónde creés que pasa mi marca personal?". En cambio, otros prefieren hacer ejercicios de introspección a través de trabajos terapéuticos que ayudan a complementar la mirada que uno tiene sobre uno mismo. Algunas veces podemos hablar de ADN, otras, resulta más fácil referirnos a la marca personal, en ocasiones llegamos a hablar de hilo conductor, algo que pareciera ser más poético, pero nos puede ayudar en esta búsqueda que nos hemos planteado. Y si avanzáramos hacia temas más técnicos, podríamos también pensar en encontrar un común denominador: aquello que se repite permanentemente en todo nuestro accionar.

En algún momento de este historial de identidades, surge la necesidad de armar una especie de algoritmo, cálculo, o fórmula que nos asegure entender que los conceptos que están surgiendo caen dentro de la categoría de identidad. En este sentido, lo importante es asegurarnos que el concepto de identidad que estamos intentando construir se encuentre alineado con aquello que se está nombrando. Por lo tanto, es imprescindibe que dicho concepto sea un buen guiño y genere un cierto gesto de alegría al pronunicarlo (más allá de lo complejo que haya sido descubrirlo). Sin lugar a duda, ésta será una de las batallas clave a librar durante el proceso de definir la identidad. Es decir, la identidad, valga la redundancia, tiene que servir para “identificarnos”.

Por otro lado, podemos decir que una identidad fuerte y contundente, es la que nos permitirá diferenciarnos de otros proyectos, empresas o emprendimientos que tengan una actividad similar o parecida a la nuestra.

Intentar ser únicos, y que podamos encontrar elementos que hagan que nuestra propuesta sea distinta, o en su completud diferente a lo que proponen otros, es el segundo ejercicio que debemos abordar en el momento de definir nuestra identidad.

Si bien es claro que identidad es aquello que nos diferencia de otros, al mismo tiempo debemos comprender que este concepto tiene que ser generoso con nosotros mismos y con nuestro entorno, y tiene que permitirnos crecer, fortalecernos y prepararnos para los nuevos caminos que hemos de emprender.

Una identidad robusta es aquella que nos permite crecer o dar los próximos pasos. En resumidas cuentas, una identidad nos identifica, nos diferencia y nos permite crecer y desarrollarnos en pos del cumplimiento de nuestra misión, visión y propósito como empresarios o emprendedores.

Algunas observaciones que valen la pena considerar:

  • Aquel que se para en una identidad que no le queda cómoda, tiene poco futuro.
  • Una identidad que no nos identifica, porque es solo parte de una estrategia de  marketing, es un concepto incómodo que mejor sería abandonar o descartar cuanto antes.
  • Considerar que una identidad pareciera ser un elemento diferenciador, por el mero hecho de que otros así lo consideran, podemos afirmar que es una identidad fallida.

Ésto significa que a pesar de que digamos, por ejemplo, que nuestra identidad como elemento diferenciador es “la calidad”, porque nuestros competidores elijen no identificarse con dicho atributo, no es una razón suficiente para considerarlo un elemento diferenciador en sí mismo.

Por último, una identidad que queda estancada en el tiempo, encierra dentro de sí una connotación negativa que tarde o temprano nos va a impedir generar la mística necesaria como para poder entender dónde quedan los nuevos destinos, los próximos pasos, los nuevos clientes o las nuevas oportunidades.

Por lo tanto, a la hora de planificar, será muy difícil poner en marcha el vuelo creativo necesario como para poder desarrollar las estrategias y los planes que nos asegurarán el crecimiento tan deseado. Es decir, una identidad que no es generosa, que tiene aristas que la hacen poco interesante e incentivadora, también descarta la oportunidad de poder encontrar ese algoritmo superador al que los que nos referíamos en párrafos anteriores.

A partir de definir claramente nuestra identidad, podremos elegir un destino claro, construir un producto o servicio de calidad orientado a un público objetivo, desarrollar una estrategia de comunicación verosímil que contribuirá a construir una oferta que tenga alguna oportunidad de poder competir en aquellos mercados que hayamos seleccionado. La idea de ecosistema nos brinda una oportunidad de sentido de pertenencia, de lógica y de interacción, que contribuye definitivamente a la construcción de nuestra propia identidad.