Es más importante estar juntos que estar de acuerdo

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Reflexiones extraídas de una conversación con Pedro Tarak acerca de la frase: “Es más importante estar juntos que estar de acuerdo”.


Hay una realidad objetiva: que somos muchos, y que vivimos y habitamos todos juntos en el mismo planeta. Pero parecería ser que nuestros valores no siempre reconocen esta realidad.

En general intentamos excluir a los que no entendemos o no nos convienen, y en consecuencia intentamos eliminarlos, sin querer reconocer que eliminar lo que no me gusta o no me conviene no es democrático.

El tema en cuestión es cómo salimos de esta incoherencia que se presenta entre esta realidad objetiva, de estar juntos, y nuestra escala de valores que muchas veces tiende a la exclusión y la eliminación del otro.

Pienso que una posibilidad sería practicando el espacio de la diversidad infinita, donde la espiritualidad cívico-ciudadana y la afectividad puedan recuperarse como dimensión de transformación integral.

Esto no significa que vamos a estar de acuerdo con los demás, sino que se celebra el estar juntos como posibilidad no asegurada de entendernos y caminar hacia la convivencia en el contexto de una vida.

A propósito, ¿alguien puede estar de acuerdo en todo con las personas que más quiere? La respuesta es no. Somos singulares en diversidad y complejidad.

Las sociedades que encuentran espacios de convergencia en los que se pueda expresar la diversidad, trabajan en la construcción de confianza colectiva, la cohesión social y el bien común, y como resultado son aquellas sociedades en las que sus miembros más se desarrollan y más crecen.

Para ello necesitan espacios donde la diversidad se encuentre.

Si el Estado no construye estos espacios de encuentro, somos los ciudadanos a quienes nos toca hacerlo.

Las sociedades que venimos de los totalitarismos no tenemos práctica de convivencia desde la diversidad, y naturalmente aspiramos a construir enfrentándonos unos contra otros, en vez del encuentro como única opción de futuro.

Y esto va más allá de los gobiernos de turno.

Es un trabajo arduo, de mucho tiempo, que implica el desarrollo del músculo del valor de estar juntos por sobre el valor de estar de acuerdo.

Precisamente en el extremo opuesto de esta mirada tienen su oportunidad los regímenes totalitarios.

Y creo que la única manera de alejarnos de ellos es construir entre todos el espacio opuesto.