Ecobioética

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La ecobioética es un campo disciplinar que articula distintos saberes, acompañando así la tendencia contemporánea en materia de pensamiento complejo. Se ocupa específicamente del desarrollo de acciones en los tres momentos clave: prevención, intervención y reconstrucción, pero no se agota en tales escenarios y dispositivos, sino que contribuye a la formulación de nuevas herramientas teóricas y metodológicas.

El concepto ecobioética fue acuñado por el Prof. Dr. Moty Benyakar como emergente que postula un cambio de paradigma para poder afrontar la realidad de nuestro tiempo, una realidad compleja donde confluyen, desde una perspectiva global, todos los vectores del hombre y su existencia.

El concepto "eco" de la ecobioética, remite a la actitud del hombre con el lugar que habita y a su relación con los componentes que forman parte de ese espacio, sean naturales o creados por el humano.

El concepto "bio" de la "ecobioética" alude a todos los componentes de la vida del hombre: de salud, tanto en el cuidado de su propia biología como también de sus actitudes en torno a la prevención y desarrollos de asistencia y atención.

La “ética” de ecobioética refiere a la actitud, acciones y preservación de aquellos conceptos básicos, tanto éticos como morales, que permiten la convivencia del hombre con el hombre, enfatizando el respeto, la no discriminación, la aceptación de las diferencias, de ideas y de actitudes, el respeto por las culturas, creencias y religiones.

Como vemos, la ecobioética se centra en los factores humanos de cada una de las dimensiones presentadas, basados en la complejidad de sus emergencias, y sostenidas en forma permanente en su acción, su evaluación y transformación.

Para promover esta disciplina ha sido creada la Red Iberoamericana de Ecobioética para la Educación, la Ciencia y la Tecnología, Cátedra UNESCO de Bioética, una sociedad sin fines de lucro que tiene como fin promover, planificar, desarrollar, supervisar y auditar proyectos de acción.

La Red realiza actividades formativas, informativas y de asesoramiento destinadas al desarrollo de la Ecobioética dentro de los principios básicos de acción postulados por la UNESCO. La actividad formativa se desarrolla en todos los niveles educativos desde la escuela primaria hasta los claustros universitarios en el nivel de doctorado.

Acerca de la bioética

La bioética abarca las cuestiones éticas acerca de la vida que surgen en las relaciones entre biología, nutrición, medicina, química, política (que no debe confundirse con la biopolítica). Existe un desacuerdo acerca del dominio apropiado para la aplicación de la ética en temas biológicos.

Algunos bioéticos tienden a reducir el ámbito de la ética a lo relacionado con los tratamientos médicos o con la innovación tecnológica.

Otros, sin embargo, opinan que la ética debe incluir lo relativo a todas las acciones que puedan ayudar o dañar organismos capaces de sentir miedo y dolor. En una visión más amplia, no sólo hay que considerar lo que afecta a los seres vivos (con capacidad de sentir dolor o sin esa capacidad), sino también al ambiente en el que se desarrolla la vida, por lo que también se relaciona con la ecología.

El criterio ético fundamental que regula esta disciplina es el respeto al ser humano, a sus derechos inalienables, a su bien verdadero e integral: la dignidad de la persona.

Por la íntima relación que existe entre la bioética y la antropología, la visión que de ésta se tenga condiciona y fundamenta la solución ética de cada intervención técnica sobre el ser humano.

La bioética es con frecuencia asunto de discusión política, lo que genera crudos enfrentamientos entre aquellos que defienden el progreso tecnológico en forma incondicional, y aquellos que consideran que la tecnología no es un fin en sí, sino que debe estar al servicio de las personas y bajo el control de criterios éticos; o entre quienes defienden los derechos para algunos animales y quienes no consideran tales derechos como algo regulable por la ley; o entre quienes están a favor o en contra del aborto o la eutanasia.

Las primeras declaraciones de bioética surgen con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo se escandalizó tras el descubrimiento de los experimentos médicos llevados a cabo por los facultativos del régimen hitleriano sobre los prisioneros en los campos de concentración.

Principios fundamentales

En 1979, los bioeticistas Tom L. Beauchamp y James F. Childress, definieron los cuatro principios de la bioética: autonomía, beneficencia, justicia y no maleficencia.

En un primer momento definieron que estos principios son prima facie, esto es, que vinculan (son obligatorios) siempre y cuando no colisionen entre ellos, en cuyo caso habrá que dar prioridad a uno u otro, dependiendo del caso.

Sin embargo, en 2003 Beauchamp considera que los principios deben ser especificados para aplicarlos a los análisis de los casos concretos, es decir, deben ser discutidos y determinados por el caso concreto a nivel casuístico.

Los cuatro principios definidos por Beauchamp y Childress son:

• Principio de autonomía:

Expresa la capacidad para darse normas o reglas a uno mismo, sin influencia de presiones. Tiene un carácter imperativo y debe respetarse como norma, excepto cuando se dan situaciones en que las personas puedan no ser autónomas o presenten una autonomía disminuida (personas en estado vegetativo o con daño cerebral, etc.), en cuyo caso, será necesario justificar por qué no existe autonomía o por qué esta se encuentra disminuida. En el ámbito médico, el consentimiento informado es la máxima expresión de este principio de autonomía, constituyendo un derecho del paciente y un deber del médico, pues las preferencias y los valores del enfermo son primordiales desde el punto de vista ético y suponen que el objetivo del médico es respetar esta autonomía porque se trata de la salud del paciente.

• Principio de beneficencia:

Se trata de la obligación de actuar en beneficio de otros, promoviendo sus legítimos intereses y suprimiendo prejuicios. En medicina, promueve el mejor interés del paciente, pero sin tener en cuenta la opinión de éste. Supone que el médico posee una formación y conocimientos de los que el paciente carece, por lo que aquél sabe (y, por tanto, decide) lo más conveniente para éste. Es decir "todo para el paciente, pero sin contar con él".

Un primer obstáculo al analizar este principio es que desestima la opinión del paciente, primer involucrado y afectado por la situación, prescindiendo de su opinión debido a su falta de conocimientos médicos. Sin embargo, las preferencias individuales de médicos y de pacientes pueden discrepar respecto de qué es perjuicio y qué es beneficio. Por ello, es difícil defender la primacía de este principio, pues si se toman decisiones médicas desde éste, se dejan de lado otros principios válidos como la autonomía o la justicia.

• Principio de no maleficencia:

Refiere al hecho de abstenerse intencionadamente de realizar actos que puedan causar daño o perjudicar a otros. Es un imperativo ético válido para todos, no sólo en el ámbito biomédico, sino en todos los sectores de la vida humana.

En medicina, sin embargo, este principio debe encontrar una interpretación adecuada pues a veces las actuaciones médicas dañan para obtener un bien. Entonces, de lo que se trata es de no perjudicar innecesariamente a otros. El análisis de este principio va de la mano con el de beneficencia, para que prevalezca el beneficio sobre el perjuicio.

Las implicaciones médicas del principio de no maleficencia son varias: tener una formación teórica y práctica rigurosa y actualizada permanentemente para dedicarse al ejercicio profesional; investigar sobre tratamientos, procedimientos o terapias nuevas, para mejorar los ya existentes con objeto de que sean menos dolorosos y lesivos para los pacientes; avanzar en el tratamiento del dolor; evitar la medicina defensiva y, con ello, la multiplicación de procedimientos y/o tratamientos innecesarios. Aparece por primera vez en el Informe Belmont (1978).

• Principio de justicia:

Se centra en tratar a cada uno como corresponda, con la finalidad de disminuir las situaciones de desigualdad (ideológica, social, cultural, económica, etc.). En nuestra sociedad, aunque en el ámbito sanitario la igualdad entre todos los hombres es sólo una aspiración, se pretende que todos sean menos desiguales, por lo que se impone la obligación de tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales, para disminuir las situaciones de desigualdad.

El principio de justicia puede desdoblarse en dos: un principio formal (tratar igual a los iguales y desigual a los desiguales) y un principio material (determinar las características relevantes para la distribución de los recursos sanitarios: necesidades personales, mérito, capacidad económica, esfuerzo personal, etc.).

Las políticas públicas se diseñan de acuerdo con ciertos principios materiales de justicia. Para excluir cualquier tipo de arbitrariedad, es necesario determinar qué igualdades o desigualdades se van a tener en cuenta para determinar el tratamiento que se va a dar a cada uno. El enfermo espera que el médico haga todo lo posible en beneficio de su salud. Pero también debe saber que las actuaciones médicas están limitadas por una situación impuesta al médico, como intereses legítimos de terceros.

La relación médico-paciente se basa fundamentalmente en los principios de beneficencia y de autonomía, pero cuando estos principios entran en conflicto, a menudo por la escasez de recursos, es el principio de justicia el que entra en juego para mediar entre ellos. En cambio, la política sanitaria se basa en el principio de justicia, y será tanto más justa en cuanto que consiga una mayor igualdad de oportunidades para compensar las desigualdades.

Para leer más

¿Existe una Eco-bioética o bioética ambiental?

Moty Benyakar | Fundación Konex

Red Iberoamericana de Bioética