Índice de Libertad Filantrópica
El [www.hudson.org./cgp Centro para la Prosperidad Global (CGP) del Instituto Hudson] con sede en Washington, presentó el primer Índice de libertad filantrópica, que clasifica alrededor de 64 países según la favorabilidad de los entornos para la filantropía. El objetivo es tomar conciencia del aporte del sector privado a la prosperidad y el desarrollo, pues, además de los factores socioculturales, es el entorno legal y regulatorio el que marca el nivel de contribuciones en tiempo o dinero que se registran en una sociedad.
Con Holanda encabezando el ranking, Estados Unidos ocupa el segundo lugar y Alemania, el tercero, mientras que Arabia Saudita figura en el último puesto. La Argentina ocupa la 34 posición. El informe destaca su enorme potencial y el nivel de burocratización y politización hoy vigentes, mencionando asimismo los controles restrictivos al capital y al mercado de cambios, así como las demoras en el pago de las deducciones impositivas correspondientes a donaciones en dinero que se detectaron en nuestro país.
Desde 2005, el Índice Mundial de Generosidad refleja anualmente la realidad filantrópica de 135 países. La medición que conduce Gallup permite segmentar a un universo de más de 2300 millones de personas que realizan por lo menos una acción altruista al mes, según sus características, como ayudar a personas desconocidas, contribuir económicamente con alguna causa o trabajar en acciones de voluntariado. Los resultados de 2014 permiten inferir que los desastres naturales incentivan la generosidad y que no son necesariamente sólo las naciones más desarrolladas las más solidarias. Aunque tampoco lo son las más pobres. Por ejemplo, Estados Unidos encabeza el ranking de ayuda a extraños, mientras que Myanmar es primero en cantidad de dinero. Sólo cinco países de los 20 que encabezan el ranking corresponden a las economías más desarrolladas del mundo.
Entre las recomendaciones del estudio de Gallup a los gobiernos, se destaca la importancia de promover a las instituciones sin fines de lucro con regímenes justos, abiertos y transparentes, y de facilitar los procedimientos que alienten las donaciones a fin de incrementar la solidaridad.
Una mirada renovada del descarnado mundo económico plantea cada día nuevos desafíos. No hay duda de que el aporte del ámbito del trabajo es importante a la hora de contribuir al mejoramiento de la sociedad. Hay quienes abrigan la esperanza de que su tarea cotidiana sirva para construir una sociedad mejor, pues las personas necesitan del dinero, pero también requieren estar motivadas y contentas, sintiendo que dan así también sentido a su vida. En los últimos tiempos, han surgido movimientos como el "altruismo efectivo", las inversiones con impacto social, la banca ética o las llamadas "empresas B" (del inglés, Benefit Corporation) que combinan el negocio rentable con aportes sociales o ambientales que garantizan dignidad humana en la sociedad y mejoran el humor de los empleados.
Podemos registrar en nuestro organismo los beneficios de practicar actos altruistas, incluso cuando simplemente los observamos en otros. Un estudio en Harvard expuso a los alumnos a un video en el que se veía a la Madre Teresa trabajando junto con huérfanos en Calcuta y a otros a un video distinto. Quienes vieron el de la Madre Teresa presentaron luego mayores índices de inmunoglobulina A, un anticuerpo de nuestro sistema inmunológico.
Desde la psicología y las neurociencias se destaca que muchas veces la generosidad se asocia a la sensación de bienestar que experimentamos los seres humanos al dar, más que con el deseo de ayudar. Varias investigaciones confirman que quienes donan dinero, tiempo o esfuerzos son generalmente más felices que quienes no lo hacen. Esto es así porque se ha demostrado que los centros nerviosos de recompensa que se activan en nuestro cerebro son casualmente los mismos que se ponen en funcionamiento cuando disfrutamos de una rica comida.
Preocupados por llegar a fin de mes, podemos perder esta visión. Es muy importante que tomemos conciencia de que el uso que hacemos de nuestros recursos no sólo puede contribuir a cambiar al mundo, sino que también puede enriquecernos espiritualmente a cada uno.
Los gobiernos deben promover y facilitar desde las normativas el altruismo, colectivo o individual, organizado o espontáneo, en tanto no sólo favorece el desarrollo económico, sino que también construye mejores sociedades, pues hace de sus habitantes mejores personas. La Fundación Manos Abiertas sintetizó muy acertadamente en un eslogan este concepto: "FeliSÍDar, ayudar hace feliz". Generosidad y felicidad van siempre de la mano.