Diferencia entre revisiones de «Horizontalidad del poder»
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− | + | La horizontalidad del poder implica crear y desarrollar o esforzarse por mantener estructuras de poder y relaciones humanas no jerárquicas. Es una práctica o propuesta organizacional que implica desarrollar o incentivar un poder de decisión o de participación más o menos igualitario entre los individuos que conforman una organización. La horizontalidad es opcional para una organización y busca una mayor interacción en el grupo para potenciar el liderazgo y la innovación. | |
− | + | El concepto de horizontalidad del poder está relacionado con la corriente de pensamiento anarquista, para quienes la horizontalidad es un factor necesario para la libertad real, ya que con jerarquía o con autoridades al mando no existe una libertad auténtica, sino sólo un simulacro o una libertad en abstracto. | |
− | + | Cercano a este concepto está el de descentralización de las estructuras de poder, tanto económico como político. | |
− | + | No se trata de igualar, sino de empoderar a todos al hacerlos, o permitir hacerlos, partícipes directos y activos de los procesos de toma de decisiones y de las acciones que les afectan. La horizontalidad va entrelazada con la palabra igualdad, tanto económica como de poder. Es decir, implica que no haya personas que digan qué hacer, cuál es la obligación, y qué hay que cumplir, sino que sea necesario llegar a acuerdos y compromisos mutuos. | |
+ | El poder horizontal como servicio es una instancia de coordinación y oportunidad para la articulación y el direccionamiento hacia el bien común; legítimo, legal, rotativo, solícito, solidario, participativo, rindiendo cuentas, dando testimonio público, magnánimo –generoso con el que ha perdido–. Es ese tipo de poder el que ayuda a articular los poderes que todos tenemos para que todos tengamos la oportunidad de ejercerlos, porque todos somos portadores de poder para el cambio. | ||
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+ | El mayor poder es “poder ser”: dejar ser, y tomar el riesgo de que el otro sea sin amenaza ni coacción de nuestra parte, al mismo tiempo que fomentamos oportunidades para que el otro sea y se pueda expresar en todas sus formas. | ||
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Revisión actual del 22:46 26 jun 2020
La horizontalidad del poder implica crear y desarrollar o esforzarse por mantener estructuras de poder y relaciones humanas no jerárquicas. Es una práctica o propuesta organizacional que implica desarrollar o incentivar un poder de decisión o de participación más o menos igualitario entre los individuos que conforman una organización. La horizontalidad es opcional para una organización y busca una mayor interacción en el grupo para potenciar el liderazgo y la innovación.
El concepto de horizontalidad del poder está relacionado con la corriente de pensamiento anarquista, para quienes la horizontalidad es un factor necesario para la libertad real, ya que con jerarquía o con autoridades al mando no existe una libertad auténtica, sino sólo un simulacro o una libertad en abstracto.
Cercano a este concepto está el de descentralización de las estructuras de poder, tanto económico como político.
No se trata de igualar, sino de empoderar a todos al hacerlos, o permitir hacerlos, partícipes directos y activos de los procesos de toma de decisiones y de las acciones que les afectan. La horizontalidad va entrelazada con la palabra igualdad, tanto económica como de poder. Es decir, implica que no haya personas que digan qué hacer, cuál es la obligación, y qué hay que cumplir, sino que sea necesario llegar a acuerdos y compromisos mutuos.
El poder horizontal como servicio es una instancia de coordinación y oportunidad para la articulación y el direccionamiento hacia el bien común; legítimo, legal, rotativo, solícito, solidario, participativo, rindiendo cuentas, dando testimonio público, magnánimo –generoso con el que ha perdido–. Es ese tipo de poder el que ayuda a articular los poderes que todos tenemos para que todos tengamos la oportunidad de ejercerlos, porque todos somos portadores de poder para el cambio.
El mayor poder es “poder ser”: dejar ser, y tomar el riesgo de que el otro sea sin amenaza ni coacción de nuestra parte, al mismo tiempo que fomentamos oportunidades para que el otro sea y se pueda expresar en todas sus formas.