Subjetivos de Desarrollo Sostenible

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En septiembre de 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los Estados miembros de las Naciones Unidas aprobaron una resolución en la que reconocen que el mayor desafío del mundo actual es la erradicación de la pobreza y afirman que sin lograrla no puede haber desarrollo sostenible.

El desarrollo sostenible es un concepto definido en el Informe Brundtland, elaborado por distintas naciones, que se refiere “al desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”.

Mucha agua ha corrido debajo del puente desde que en 1987 el Informe Brundtland incorporó a las generaciones futuras al concierto de la vida.

Lamentablemente, a pesar del esfuerzo realizado, muy pocos son los avances que hemos logrado en este sentido.

Ya todos conocemos el “día de la deuda ecológica”, momento exacto en que la humanidad pasó a estar en falta con la capacidad de regeneración de los ecosistemas naturales. Ese día fue el 19 de diciembre de 1987. Ser conscientes de esta fecha nos obliga a tener que volver una vez más sobre el concepto de desarrollo sostenible y comprender que ya no alcanza con poder superar la adversidad, necesitamos volver al estado inicial de la creación.

En este sentido, estamos obligados a trabajar en la regeneración de los ecosistemas naturales, las sociedades, las culturas y los pueblos. Cuando hablamos de regeneración nos referimos a un cambio radical, un renacimiento, a ser restaurados por completo. La regeneración es una instancia superadora de lo que podríamos llamar renovación o reorganización. Tenemos que poner la fuerza de los Estados y de los mercados a favor de la regeneración del sistema vida y de la biosfera.

No hay mundo que avance sin planeta Tierra que lo sostenga, y no hay Tierra que pueda seguir sin un mundo que se organice a partir de sus diversidades, sus complejidades, singularidades y plazos inter-generacionales. El futuro del desarrollo sostenible es la regeneración: restaurar aquello que hemos perdido y construir sociedades, economías y comunidades que prosperen al mismo tiempo que prospera el planeta.

Hacia una gestión sostenible

El paradigma organizacional tradicional se centra exclusivamente en medir el impacto, la eficacia y la eficiencia a través de lo que se conoce como "gestión por objetivos", con el fin de maximizar los resultados. Este modelo privilegia obtener lo que se quiere, o sea: el cumplimiento de los objetivos, y generalmente esto se logra desatendiendo el modo en que estos objetivos se alcanzan. El resultado de este tipo de gestión está a la vista: cada vez prima más la mirada de corto plazo por sobre la de largo plazo, y de esta forma las sociedades, y también los mercados, se vuelven cada vez más volátiles e inestables, con las consecuencias que ya todos conocemos.

La gestión por subjetivos se concentra en cambio, en la forma en la que se alcanzan los objetivos y de qué modo se establecen los vínculos entre las personas y se conforma el pacto cultural dentro de la sociedad para alcanzar aquello que nos hemos propuesto.

Para aspirar a la creación de valor sostenible -que es el resultado de sumar diferentes dimensiones de creación de valor vinculadas tanto con lo público, como con lo económico, social y ambiental- , es imprescindible entonces que las instituciones presten mucha atención a este “cómo”. Y por ello, en su proceso de toma de decisiones, éstas deben sumar a la ya tradicional y conocida gestión por objetivos, la gestión por subjetivos.

Esto implica que una sociedad pueda alcanzar las metas y objetivos que se ha propuesto a través de sumarle a su proceso de toma de decisiones valores éticos, morales y ciudadanos, que contribuyan no solo a que aumenten los niveles de sostenibilidad de la sociedad y de los mercados, sino también de la humanidad en su conjunto.

Mientras que la gestión por objetivos está relacionada con el qué -los aspectos tangibles de la gestión-, la gestión por subjetivos está vinculada con el cómo -los aspectos vinculares e intangibles-, que siempre nos remiten a una dimensión espiritual.

Estos preceptos o valores, que actúan como verdaderos ejes o vectores transversales a tener en cuenta en el momento de tomar decisiones, se ven reflejados, por ejemplo, en la adopción de criterios tales como un abordaje sistémico de la realidad, una mirada de largo plazo a-cronológica, que incorpore la responsabilidad por las generaciones futuras; el respeto por la singularidad en el entendimiento de que todos tenemos algo valioso para aportar por el solo hecho de estar vivos; la valoración de la diversidad, sabiendo que es justamente en la diversidad, en la divergencia de opiniones, donde reside la riqueza de pensamiento.

Aceptando la complejidad, que suele producir incertidumbre pero que al mismo tiempo abre nuevas oportunidades a la creatividad humana; comprendiendo el altísimo grado de interdependencia y corresponsabilidad que existe entre todos los actores y sectores de la sociedad para alcanzar un alto nivel de integración que colabore con los procesos de inclusión, y promoviendo la igualdad de acceso a las oportunidades, porque ya no alcanza el concepto de igualdad frente a la ley, sino que además se debe incentivar el acceso de cualquier persona a las diferentes oportunidades como formas reales de acceso al progreso tanto en el plano político como el económico y social. Incentivando además la equidad intergénero e intergeneracional, y la solidaridad con los grupos en riesgo social, ya que la aceptación y la no discriminación son valores sustanciales. Y fomentando también el establecimiento de asociaciones y alianzas estratégicas entre los diferentes actores de la sociedad, y la creación de redes a nivel global para poder construir capital social y bienestar entre todos.

Todo ello lleva, a su vez, a la necesidad de tener un medio ambiente sano, por lo cual hay que proteger la biodiversidad, fomentar la ecoeficiencia, y respetar la capacidad de carga del planeta y de los ecosistemas; tener procesos políticos que garanticen la gobernabilidad, que implica legitimidad en los sistemas de consulta, que deben ser participativos y vinculantes, y apuntar además al diálogo multicultural y multisectorial en la búsqueda de la validación externa necesaria para poder construir ciudadanía. Una democracia participativa que garantice la transparencia en los procesos, la rendición de cuentas y el acceso libre a la información y a los actos de gobierno, entendiendo siempre que el poder implica responsabilidad y servicio, y que debe ejercerse con horizontalidad, dentro de un marco de protección de los derechos humanos, considerando siempre los postulados de la ética del cuidado que nos permite vivir en una cultura de paz para alcanzar los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Una sociedad moderna debe integrar a su modelo de gestión éstos y otros valores universales tales como la prudencia, la templanza, la fortaleza y la justicia, y asegurarse que los procesos de toma de decisiones de sus responsables máximos sucedan en un contexto de libertad, confianza, honestidad intelectual y no corrupción, con el fin de acotar fuertemente el riesgo a la discrecionalidad y la arbitrariedad del decisor, y de esa forma asegurar la sostenibilidad tanto de las personas como de la sociedad en su conjunto.

La suma de ambas dimensiones -la gestión por objetivos y la gestión por subjetivos- da como resultado un modelo de gestión sostenible, que incide y se manifiesta tanto en lo político, como en lo público, económico, social y ambiental.

Solo atendiendo a estos valores y operando bajo este nuevo paradigma, los gobiernos podrán cumplir con el que es su más alto y primordial propósito: mejorar la calidad de vida de la sociedad en su conjunto promoviendo la cohesión social, el bien común y la dignidad humana.

Los Subjetivos del Desarrollo Sostenible (o cómo alcanzar los ODS)

1. Admiración contínua por la belleza de la creación, a través de la observación profunda de la naturaleza y la condición humana.

2. Un abordaje sistémico de la realidad, abrazando la complejidad y la incertidumbre, para poder hacer frente a la ambigüedad, la imprevisibilidad y la disrupción que imperan en el sistema.

3. La mirada de largo plazo a-cronológico, ya que los desafíos que nos presentan hoy los problemas ambientales nos obligan a dar respuestas para el próximo milenio.

4. La valoración de la diversidad, a partir de reconocer la riqueza que hay en el otro y en la suma de lo diferente, desde la complementación y complementariedad que se da entre los opuestos.

5. El respeto por la singularidad, ya que cada persona es un ser único e irrepetible, y por el solo hecho de haber nacido tiene derecho a ser escuchado y poder participar de la celebración de estar vivo.

6. Medición de impacto y rendición de cuentas a partir de la eco-eficiencia -económica y ecológicamente eficiente-, respetando la capacidad de carga de los sistemas humanos y de los ecosistemas naturales, a partir de la necesidad de integrar el mundo -que es aquello que hemos creado los humanos a través de la historia-, con la Tierra, nuestra casa común.

7. El poder como responsabilidad y servicio, y la gobernanza y la gobernabilidad, como la capacidad política y social para promover la construcción de ciudadanía a través de consultas transparentes, participativas y vinculantes a nivel local, regional y global.

8. Alentar la asociación y la asociatividad bajo todas sus formas, promoviendo el acuerdo, la integración y la convergencia, como el comienzo de una solución a través de la co-creación, el co-diseño y la cogestión desde la horizontalidad y la simetría de los vínculos.

9. Asegurar la igualdad de acceso a las oportunidades, los bienes sociales, las tecnologías de la información y la comunicación, a través de la promoción de la equidad y la inclusión social y digital.

10. Trascendencia y ejemplaridad, corresponsabilidad e interdependencia, desde la solidaridad, la solicitud y la reciprocidad, porque nadie es tan fuerte como para hacerlo solo, ni nadie tan débil como para no tener algo para aportar a la solución.

11. La negociación y la mediación como la mejor forma de resolver los conflictos a través del diálogo, la supremacía de autoridad moral, la honestidad intelectual y la construcción de confianza como valores inclaudicables en la búsqueda de la verdad.

12. La pluralidad, el pluralismo, la tolerancia y la aceptación, junto con la prevención, la protección y el cuidado, como formas superadoras del modelo de discriminación y descarte que impera en la actualidad.

13. La promoción de los valores democráticos, republicanos y el estado de derecho, a partir de la legitimidad que brinda la validación interna y externa, respetando siempre el principio de autodeterminación de los pueblos, y el derecho y la libertad de las personas para ir en la búsqueda de su felicidad.

14. La defensa de los derechos humanos, la cultura de paz, la ética del cuidado y la dignidad humana por sobre todas las cosas.

Para más información acerca de la gestión sostenible y los ejes para el proceso de toma de decisiones desde el abordaje de la gestión por subjetivos, se sugiere visitar la página web [Rumbo Sostenible], seleccionar la solapa “El paradigma de la sustentabilidad”, ingresar en la subsolapa “Conferencia”, descargar el texto completo de la conferencia sobre “Cambio de paradigma y creación de valor sostenible” en pdf, y leer el capítulo: “Ejes para el proceso de toma de decisiones”.