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Existe un nuevo género distópico basado en la lucha entre civilizaciones. El autor [https://es.wikipedia.org/wiki/Liu_Cixin Cixin Liu] ha popularizado una trilogía que comienza con El problema de los tres cuerpos, seguida de El bosque oscuro y El fin de la muerte. El argumento principal es la lucha de una humanidad distópica desde los años sesenta del siglo XX hasta más allá del S. XXIII.
 
Existe un nuevo género distópico basado en la lucha entre civilizaciones. El autor [https://es.wikipedia.org/wiki/Liu_Cixin Cixin Liu] ha popularizado una trilogía que comienza con El problema de los tres cuerpos, seguida de El bosque oscuro y El fin de la muerte. El argumento principal es la lucha de una humanidad distópica desde los años sesenta del siglo XX hasta más allá del S. XXIII.
  
Esta sociedad oscura y deprimida recuerda mucho a las de las distopías tecnológicas o científicas, aunque la componente adicional de civilizaciones extraterrestres y los viajes por el espacio expanden aún más la visión pesimista del ser humano y lo lleva a nuevas dimensiones a niveles psicológicos y sociales.
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Esta sociedad oscura y deprimida recuerda mucho a las de las distopías tecnológicas o científicas, aunque el componente adicional de civilizaciones extraterrestres y los viajes por el espacio expanden aún más la visión pesimista del ser humano y lo lleva a nuevas dimensiones a niveles psicológicos y sociales.
  
 
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Revisión actual del 01:04 18 nov 2020

Una distopía o antiutopía es una sociedad ficticia indeseable en sí misma.

El término, procedente del griego, fue creado como antónimo directo de utopía, término que a su vez fue acuñado por santo Tomás Moro y figura como el título de su obra más conocida, publicada en 1516, donde describe un modelo para una sociedad ideal con niveles mínimos de crimen, violencia y pobreza.

Las distopías a menudo se caracterizan por la deshumanización, los gobiernos tiránicos, los desastres ambientales u otras características asociadas con un declive cataclísmico en la sociedad. Las sociedades distópicas aparecen en muchas obras de ficción y representaciones artísticas, particularmente en historias ambientadas en el futuro. Algunos de los ejemplos más famosos son 1984 de George Orwell, Un mundo feliz de Aldous Huxley y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. A menudo se utilizan para llamar la atención sobre la sociedad, el medio ambiente, la política y la economía, religión, psicología, ética, ciencia o tecnología. Algunos autores usan el término para referirse a sociedades existentes, muchas de las cuales son o han sido estados totalitarios o sociedades en un estado avanzado de colapso.

Algunos estudiosos, como Gregory Claeys y Lyman Tower Sargent, hacen ciertas distinciones entre sinónimos típicos de distopías. Por ejemplo, Claeys y Sargent definen las distopías literarias como sociedades imaginadas como sustancialmente peores que la sociedad en la que escribe el autor, mientras que las antiutopías funcionan como críticas a los intentos de implementar varios conceptos de utopía. En su Dystopia: A Natural History (2017), Claeys ofrece un enfoque más matizado e histórico de estas definiciones. Aquí la tradición se remonta desde las primeras reacciones a la Revolución Francesa. Se destaca su carácter comúnmente anticolectivista y también se traza la adición de otros temas (los peligros de la ciencia y la tecnología, la desigualdad social, la dictadura corporativa o la guerra nuclear).

Historia

Se atribuye la primera utilización del término "distopía" que existe documentada a John Stuart Mill, en un discurso de una intervención parlamentaria en 1868.Si bien el término distopía estuvo relegado del Diccionario de la Real Academia Española fue añadido por uno de sus académicos quién describe la distopía como: «(...) representación imaginaria de una sociedad futura con características negativas que son las causantes de alienación moral».

Consensualmente, se tiene a las obras: Un mundo feliz de Aldous Huxley, 1984 de George Orwell y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury como la trilogía fundacional del género distópico. Si bien existieron obras catalogadas como distópicas con anterioridad destacando Nosotros de Zamiatin (1924) y la película Metrópolis basada en una novela del mismo nombre de Thea von Harbou de 1926.

La separación de los términos de utopía y distopía sucede entre los siglos XVIII y XX, con uno de los elementos que caracteriza a la distopía: el ataque a los defectos de la sociedad. En 1726, Jonathan Swift escribe una novela en una mezcla utópica de sátira y parodia a la sociedad llamada Los viajes de Gulliver, utilizando recursos narrativos de la novela de viajes. En 1741, Ludvig Holberg en su Viaje al mundo subterráneo introduciría a un viajero al centro de la tierra, con un planeta con su centro hueco, que sería utilizado posteriormente por múltiples escritores.

Temática y uso

Para retratar los males de una sociedad ficticia, las distopías se caracterizan por:

1. Poseer una naturaleza real: ya que tienen un fundamento real para reflejar su trama;

2. Poseer una naturaleza irreal: utópica para describir estados sociales y/o políticos ilusorios e imaginados.

La mayor parte de las distopías describen sociedades que son consecuencia de tendencias sociales actuales y que llevan a situaciones totalmente indeseables. Surgen como obras de advertencia, o como sátiras, que muestran las tendencias actuales extrapoladas en finales apocalípticos.

Las distopías guardan mucha relación con la época y el contexto socio-político en que se conciben. Por ejemplo, algunas distopías de la primera mitad del siglo XX o a mediados de siglo advertían de los peligros del socialismo de Estado, de la mediocridad generalizada, del control social, de la evolución de las democracias liberales hacia sociedades totalitarias, del consumismo y el aislamiento. Ejemplos de ello son las obras ya mencionadas.

Política

Las distopías políticas como 1984 de George Orwell, publicada en 1949, versan sobre los peligros del totalitarismo, ésta en particular ponía su énfasis en el régimen de Stalin, narrando sobre un único Big Brother que todo lo ve, pero si bien no se publicó con la intención de que fuese catalogado como ciencia ficción, terminó siendo un clásico del género.

En esta subdivisión también se puede agregar Nosotros de Yevgueni Zamiatin, publicada en 1921, novela que critica claramente el régimen soviético y se cree que además puede hacer referencia al fascismo de Mussolini.

Opuesto a ello se encuentra Los desposeídos de Ursula K. Le Guin, publicada en 1974, que describe un mundo anarquista llamado Anarres en oposición al mundo capitalista de Urras. Es preciso señalar que, contrariamente a como se afirma en varios ámbitos, la distopía no es una predicción política, sino una sátira del presente.

El control social puede verse en La fe de nuestros padres de Philip K. Dick, una historia corta publicada en 1967, en la que se describen drogas alucinógenas diluidas en el agua para mantener a los ciudadanos bajo el dominio extraterrestre.

El conocimiento de los individuos en las distopías puede ser mediante espionaje o por medio de un control tan riguroso que el Estado lo controla mediante el sistema.

Tecnológica o científica

Un mundo feliz de Aldous Huxley, publicado en 1932, describe un mundo de castas en función de la genética y trata el tema de la eugenesia en profundidad. Así trata temas como la manipulación de embriones para crear una sociedad conformista.

La pianola de Kurt Vonnegut, publicada en 1952, relata la automatización de la sociedad, donde los ingenieros han sido elevados al nivel más alto de la misma, y los hombres han quedado rezagados por las máquinas.

La serie de televisión británica Black Mirror advierte sobre los efectos indeseados que la tecnología puede generar en la vida humana en un futuro cercano tomando como base la forma en que los usuarios interactúan con los dispositivos tecnológicos actuales. El género distópico se ve reflejado claramente en cada uno de sus capítulos, que no guardan relación de continuidad entre sí.

De género

También existen distopías de corte feminista o liberador, como El cuento de la criada de Margaret Atwood, publicado en 1985, tratando una sociedad bajo un régimen teocrático y conservador, con la mujer teniendo como único valor sus ovarios y siendo relegada a un segundo plano. O Lengua materna y La rosa de Judas de Suzette Haden Elgin teniendo la lingüística un papel muy importante. Aun anterior a éstas es Swastika Night de Katharine Burdekin, publicada en 1937 bajo el seudónimo de Murray Constantine, con un fascismo predominante donde Hitler es venerado como un dios, los judíos han sido erradicados y los japoneses son la única potencia restante. Pero por sobre todo prevalece un culto a la masculinidad y la marginación femenina, ha sido uno de los libros "pioneros en crítica feminista".

Ecológicas

Las catástrofes ecológicas pueden ser presentadas como parte de la trama o como un elemento central, y es una de las subdivisiones más utilizadas de las distopías. Como elemento central se encuentra en títulos como Más verde de lo que creéis de Ward Moore, o La muerte de la hierba de John Christopher.

En Todos sobre Zanzibar de John Brunner, publicado en 1968, enfrenta la contaminación y la superpoblación es tal que las personas pagan por estar un tiempo a solas. Unos años antes ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! de Harry Harrison, publicado en 1966, relata temas sobre la sobrepoblación, la hambruna y presenta a la humanidad reciclando los cadáveres humanos para obtener alimento.

J. G. Ballard crearía una trilogía de libros con El mundo sumergido (1962), La sequía (1964) y El mundo de cristal (1966) abordando las catástrofes consecuencia del abuso tecnológico e ignorancia ambiental, tratando temas como el agujero de la capa de ozono, la polución en el agua, la aniquilación de vegetales y animales.

Espaciales o que implican civilizaciones exteriores

Existe un nuevo género distópico basado en la lucha entre civilizaciones. El autor Cixin Liu ha popularizado una trilogía que comienza con El problema de los tres cuerpos, seguida de El bosque oscuro y El fin de la muerte. El argumento principal es la lucha de una humanidad distópica desde los años sesenta del siglo XX hasta más allá del S. XXIII.

Esta sociedad oscura y deprimida recuerda mucho a las de las distopías tecnológicas o científicas, aunque el componente adicional de civilizaciones extraterrestres y los viajes por el espacio expanden aún más la visión pesimista del ser humano y lo lleva a nuevas dimensiones a niveles psicológicos y sociales.

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