Asociativismo
Asociativismo
El asociativismo es una construcción compleja, que se desarrolla en el seno de un grupo humano, basada en la ayuda mutua y el esfuerzo propio. Para llevarlo adelante, debe existir una organización y una gestión equilibrada con los objetivos sociales. La eficiencia –resultados obtenidos en función de la maximización de los recursos disponibles– y la eficacia, lograda en base al alcance los objetivos establecidos, deben ser los pilares de todo emprendimiento asociativo.
El asociativismo se establece desde asociaciones de individuos hasta asociaciones entre empresas privadas -caso de los minifundios, mypimes o pymes, por ejemplo- favoreciendo las condiciones de crecimiento de trabajadores y empresas de mediana y baja concentración económica, pues esencialmente permite comprar insumos, producir y vender a costos y precios de escala, mejorando las posibilidades de competir. Al mismo tiempo protege a sus asociados desde diversos servicios a partir de créditos cooperativos y fondos mutuos: salud, electricidad, telefonía, agua potable, cloacas, caminos, préstamos, etc. El asociativismo puede darse a su vez con el Estado, con empresas del sector privado, con organizaciones de la sociedad civil y con otras entidades de bien público constituyendo redes y también con empresas de alta concentración de capital.
Las ventajas del asociativismo
El asociativismo les permite a las organizaciones y empresas asociadas:
- Contar con entidades gremiales y democráticas que los representen como una sola fuerza frente a los organismos del Estado, otras instituciones e instancias, así como a nivel nacional e internacional.
- Establecer espacios de diálogo para la discusión de asuntos de interés y elaborar una agenda de trabajo común.
- Unificar esfuerzos para promover el fortalecimiento en lo político, lo legal y lo financiero administrativo.
- Coordinar acciones
- Establecer vínculos para conocer experiencias exitosas.
El modelo cooperativo y mutual, base del asociativismo, promueve además que las personas desarrollen libremente sus capacidades y hagan valer sus conocimientos de generación de riqueza y de competitividad, contribuyendo a la equidad entre el capital y el trabajo.
Pero articula asimismo eficiencia y competitividad en un marco de gestión democrática y compromiso social, ya que como son empresas sociales deben hacerlo con participación social.
El séptimo principio cooperativo ( y mutual)
En el encuentro celebrado en Manchester en 1995, la Alianza Cooperativa Internacional que regula y promueve este tipo de asociaciones, aprobó un séptimo principio cooperativo llamado “Compromiso con la comunidad”, que vincula directamente el progreso de la comunidad con la responsabilidad social cada entidad asociativa. En dicho artículo se establece que el dirigente asociativo no puede conformarse con su trabajo puertas adentro de su entidad. El cooperativista es responsable socialmente de, por lo menos, el progreso y desarrollo de la comunidad en la que vive.
Por todo ello, el asociativismo debería estar respaldado por políticas públicas, destinadas al fortalecimiento de estas empresas sociales con el objetivo de consolidar herramientas de desarrollo local y comunitario, que van a generar producción y trabajo comprometido con el crecimiento.