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Revisión actual del 18:38 14 jul 2011
Derrame de Petróleo del Amoco Cadiz
Ocurre el derrame petrolero del Amoco Cadiz en las costas de Bretaña.
En treinta y cinco años se han derramado accidentalmente en las costas francesas más de 700.000 toneladas de hidrocarburos. Un desastre que la naturaleza ha terminado casi siempre por superar con la ayuda obstinada de cientos de voluntarios abrumados por la tarea. Basta con recordarlo: Torrey Canyon, en 1967; Amoco Cádiz, en 1978; Exxon Valdez, en 1989; Erika, en 1999, y Prestige, en 2002, por citar sólo los más famosos. La llegada a las costas francesas de Bretaña de las primeras manchas de fuel pesado procedente del petrolero maltés Erika, partido en dos el 12 de diciembre al norte del golfo de Vizcaya, ha disparado las alarmas entre los habitantes de una zona que padeció hace 21 años una de las mareas negras más graves de la historia, al verter el petrolero Amoco Cádiz más de 200.000 toneladas de crudo. Ante las primeras evidencias de los daños ha surgido la polémica sobre las condiciones de seguridad del transporte marítimo y el reparto de responsabilidades. En esta ocasión, las autoridades franceses han reaccionado con rapidez para evitar que las 12.000 toneladas de fuel vertidas al mar -otras 15.000 siguen en las bodegas del Erika, a 120 metros de profundidad- llegaran a las costas. Pero el reciente temporal ha dado al traste con su estrategia defensiva, basada en parte en la disposición de diques flotantes en puntos clave del litoral. Las primeras víctimas del vertido -aves marinas embadurnadas- han aparecido en las playas y los daños se han hecho visibles también en los cultivos pesqueros. Desde hace por lo menos 20 años, los accidentes navales con vertidos de grandes cantidades de petróleo son una constante. Tras el naufragio del Amoco Cádiz se sucedieron otros tan graves como el del Exxon Valdez, frente a Alaska, en marzo de 1989, o del español Aragón, en las inmediaciones de Madeira, en 1990. Pero no parece que la repetición de estos accidentes, que provocan un daño irreversible en zonas marítimas cada vez más extensas, haya servido para extremar las medidas de seguridad en el transporte de un elemento tan contaminante.