Desarrollo Sostenible

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El desarrollo sostenible es un concepto definido en el Informe Brundtland, elaborado en 1987 por distintas naciones, y que se refiere “al desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades”.

Cinco años más tarde, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo que adoptó la Declaración de Río, formula que los seres humanos constituyen el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible y tienen derecho a una vida saludable en armonía con la naturaleza.

Desde entonces, se ha producido un avance considerable en el proceso de reflexión sobre el modelo de desarrollo de la sociedad actual y el dilema que se plantea entre el legítimo deseo de las generaciones presentes de mejorar globalmente su nivel de vida y el derecho de las generaciones futuras a gozar de una calidad de vida similar y a disponer, por lo tanto, de los recursos que puedan garantizarla.

La sostenibilidad es un proceso dinámico que pretende equilibrar las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo. Estas tres dimensiones pueden formularse en términos de objetivos como crecimiento económico, progreso social y uso racional de los recursos.

Encontrar el adecuado equilibrio entre la producción de bienes y servicios necesarios para abastecer a la mayor parte de la población actual que aún carece de ellos y para mejorar la calidad de vida de la sociedad desarrollada, el respeto al entorno y los comportamientos socialmente responsables, son algunos de los retos del desarrollo sostenible.

Un desarrollo ecológica y socialmente sostenible

Como adjetivo, la palabra sostenible fue admitida en la edición 2007 del Diccionario de la Real Academia Española y con una acepción, por cierto, muy expresiva: “Proceso que se puede mantener por sí mismo, como lo hace, por ejemplo, un desarrollo económico sin ayuda exterior ni merma de los recursos existentes”.

En todos los casos, cuando nos referimos a un desarrollo sostenible estamos planteando la necesidad de que este desarrollo cubra de forma adecuada las necesidades humanas, pero sin transgredir los límites ecológicos del planeta y que tenga en cuenta las necesidades del presente, sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para cubrir sus propias necesidades ni incrementar las desigualdades sociales.

Digamos que el desarrollo debe ser ecológica y socialmente sostenible, lo que requiere un manejo del capital físico, humano, natural y social que lo sostiene de modo que se satisfagan las necesidades de la generación actual sin desmedro de opciones para las del futuro. Esta tarea es particularmente desafiante en el caso del capital natural, donde los bienes y servicios provistos por los ecosistemas para sostener el desarrollo humano continúan explotándose en exceso, se están degradando y – en casos como la biodiversidad – están perdiéndose irreversiblemente, en una escala que causa preocupación mundial.

Dos enfoques para un mismo problema

La elección de un modelo de desarrollo que tome en consideración que las generaciones futuras también tienen derecho a disfrutar de los bienes de la tierra y de la cultura, presenta dos enfoques: El enfoque considerado “oficialista”, que sostienen la mayoría de los organismos internacionales, afirma que tan sólo es posible equilibrar los desniveles del desarrollo entre países ricos y pobres incrementando la producción. También postula que la ciencia y la técnica tienen la capacidad de solucionar “todos” los efectos externos del crecimiento económico (alimentación contaminación, energía, guerras, desigualdades, etc.). Se considera que estos son efectos no deseables pero inevitables del modelo de libre mercado.

El otro enfoque, que podría ser llamado “crítico”, plantea que en realidad los problemas se derivan del modelo de desarrollo y, por lo tanto, el origen estaría en las bases estructurales del mismo modelo: productivismo, competencia económica que se regula de forma natural y la fe en la alianza entre tecnología, ciencia y economía. Por lo que debería cuestionarse todo el modelo de desarrollo, o mejor dicho de crecimiento.

Desde este enfoque crítico, humanista y ecológico, se considera que el conocimiento científico y técnico es imprescindible en la búsqueda de soluciones, aunque a la vista de los resultados hay que relativizar su capacidad, al tiempo que se piensa en buscar otras formas de regular las relaciones de un modo más humano, equitativo y sostenible.

En realidad, lo que se considera que se debería cuestionar son los valores que presiden el modelo de desarrollo y las estructuras sociales y económicas existentes. Algunos de estos valores son el utilitarismo, el economicismo, el individualismo, la insolidaridad, la competitividad agresiva, etc.

Nuevo pacto social

Realmente es un reto definir y concretar un modelo de desarrollo que no suponga grandes regresiones para los países más avanzados y que permita el avance de los países menos desarrollados. En ello se trabaja desde la economía y se hacen aportes en diferentes sentidos.

A partir de propuestas de la economía ecológica, de diferentes ONG y sencillamente del análisis de los problemas que se han ido generando en el modelo de desarrollo actual, se pueden perfilar algunas características generales de lo que podría ser este modelo de desarrollo humano, global y sostenible, que responda a un nuevo pacto social:

• Socialmente justo, por lo que hay que buscar soluciones a la marginación, a la pobreza y a la distribución desigual.

• Solidario con las futuras generaciones.

• Integral en cuanto debe considerar los diferentes ámbitos de desarrollo personal y social.

• Respetuoso y creativo en tanto que no debe destruir y debería potenciar las bases sobre las que descansa el desarrollo respetando la diversidad de alternativas.

• Económicamente viable en función de sus necesidades de recursos, energía y servicios.

• De aplicación universal por lo que debe prever y establecer mecanismos de cooperación internacional.

• Pacifista puesto que no debe utilizar el conflicto bélico para resolver las tensiones internas ni como pilar del desarrollo. Debe buscar mecanismos democráticos, el dialogo y el consenso.

Marco conceptual del desarrollo sostenible

A continuación, se reseñan distintos documentos que dan testimonio de la evolución del pensamiento filosófico y político respecto de los derechos humanos y la dignidad humana, que sin lugar a duda han sido las bases programáticas del cambio de paradigma hacia las nuevas formas sostenibles de desarrollo humano para sociedades sostenibles y regenerativas.

Actualmente, coexisten tres agendas internacionales en sintonía: la Agenda por el Clima, la Agenda por la Diversidad Biológica y la Agenda 2030 global para el desarrollo sostenible, que plantean una reducción de los impactos ambientales negativos sobre el planeta y la inclusión social, que dan forma a esta nueva realidad.

Declaración Universal de los Derechos Humanos

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, es un documento declarativo que fue adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 en París. En sus 30 artículos, reúne los derechos humanos considerados básicos. La unión de esta Declaración y los Pactos Internacionales de Derechos Humanos comprende lo que se ha denominado la Carta Internacional de los Derechos Humanos. Mientras que la Declaración constituye un documento considerado orientativo, los Pactos son tratados internacionales que obligan a los Estados firmantes a cumplirlos.

Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, que tuvo lugar en junio de 1972, fue el evento que convirtió al medio ambiente en un tema de relevancia internacional. La conferencia reunió tanto a países desarrollados como a países en desarrollo, aunque debe señalarse que la entonces Unión Soviética y la mayoría de sus aliados no asistieron. La Conferencia de Estocolmo emitió una Declaración de Principios y un plan de acción. Se fijaron algunas metas específicas: una moratoria de diez años a la caza comercial de ballenas, la prevención de descargas deliberadas de petróleo en el mar a partir de 1975, y un informe sobre los usos de la energía. La Declaración de Estocolmo sobre el Medio Humano y sus Principios conformaron el primer cuerpo de una legislación blanda para cuestiones internacionales relativas al ambiente.

Informe Brundtland

Este informe socio-económico fue elaborado por distintas naciones para la ONU en 1987, por una comisión encabezada por la doctora Gro Harlem Brundtland. Originalmente, se llamó Nuestro Futuro Común (Our Common Future, en inglés) e incluyó por primera vez el término desarrollo sostenible (o desarrollo sustentable), definido como “aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones”. Implicó un cambio muy importante en cuanto a la idea de sustentabilidad, principalmente ecológica, y constituyó un marco que también dio énfasis al contexto económico y social del desarrollo.

Convenciones de Naciones Unidas sobre Medio ambiente y el Desarrollo

Aunque la Carta de las Naciones Unidas  no menciona el medio ambiente o el desarrollo sostenible específicamente, el preámbulo de la Carta indica que las Naciones Unidas están resueltas “a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad”. En 1992, durante la celebración de la Cumbre de la Tierra, tanto en la Asamblea General, como en el Consejo Económico y Social, se examinaron ampliamente las cuestiones ambientales. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) es el principal programa que considera el tema, y la Comisión sobre el Desarrollo Sostenible es el principal foro donde los Estados Miembros de la ONU pueden discutir cuestiones relacionadas con el medio ambiente.

Agenda 21

La Agenda 21 constituye un manual de referencia para la determinación de políticas empresariales y gubernamentales, así como para la adopción de decisiones que conduzcan al desarrollo sostenible. El documento fue suscrito en la Cumbre de la Tierra –la más importante reunión de dirigentes mundiales– que se celebró en 1992, en Río de Janeiro (Brasil). Los cimientos para el proceso de Río de Janeiro se sentaron en 1972, durante la primera reunión mundial sobre el medio ambiente: la Conferencia sobre Medio Humano, celebrada en Estocolmo con la participación de los representantes de 113 naciones. En 1983, la Organización de las Naciones Unidas estableció la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo. Cuatro años más tarde, en su histórico informe, la denominada Comisión Brundtland, en honor de su presidenta, advertía que la humanidad debía cambiar las modalidades de vida y de interacción comercial, si no deseaba el advenimiento de una era con inaceptables niveles de sufrimiento humano y degradación ecológica.

La Carta de la Tierra

La primera versión de la Carta de la Tierra tiene su origen en el Foro Global de las ONG, desarrollado paralelamente a la Cumbre de Rio. En este foro, organizaciones no gubernamentales de 19 países redactaron una Carta de la Tierra basada en el trabajo hecho durante el proceso preparatorio. Luego, en 1997, se formó una comisión para el proyecto llamado "La Carta de la Tierra", en cuya redacción participaron personas y organizaciones de distintas culturas y sectores.

La Carta de la Tierra es una declaración internacional de principios y propuestas para enfrentar los retos del planeta promovida en el entorno de las Naciones Unidas y de sus organizaciones. El documento afirma que la protección medioambiental, los derechos humanos, el desarrollo igualitario y la paz son interdependientes e indivisibles. Desde su lanzamiento en el año 2000 ha sido traducida a más de 30 lenguas y ha ido ganando difusión y reconocimiento en todos los países.

Convenio sobre la Diversidad Biológica

El Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) es un tratado internacional jurídicamente vinculante que entró en vigor el 29 de diciembre de 1993, con tres objetivos principales: la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos. Su objetivo general es promover medidas que conduzcan a un futuro sostenible. La conservación de la diversidad biológica es un interés común de toda la humanidad. El CDB cubre la diversidad biológica a todos los niveles: ecosistemas, especies y recursos genéticos, y también la biotecnología a través del Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología. De hecho, cubre todos los posibles dominios que están directa o indirectamente relacionados con la diversidad biológica y su papel en el desarrollo, desde la ciencia, la política y la educación hasta la agricultura, los negocios, la cultura y mucho más.

Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático  

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático fue adoptada en Nueva York en 1992 y entró en vigor en 1994. Permite, entre otras cosas, reforzar la conciencia pública, a escala mundial, de los problemas relacionados con el cambio climático. En 1997, los gobiernos acordaron incorporar una adición al tratado, conocida con el nombre Protocolo de Kioto, que establece medidas más enérgicas (y jurídicamente vinculantes), con el fin de lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático, y en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurando que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitiendo que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible. En 2015 se firmó el Acuerdo de París, que busca mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 °C, y realizar los esfuerzos necesarios para limitar el aumento a 1.5 °C, reconociendo que esto reduciría significativamente los riesgos y efectos del cambio climático.

Declaración de Responsabilidades y Deberes Humanos

La Declaración de Responsabilidades y Deberes Humanos, se realizó en el marco de la UNESCO, con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Se la conoce también como la “Declaración de Valencia” porque fue proclamada en 1998 en dicha ciudad española para conmemorar el 50 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El documento propone sistemática y exhaustivamente los deberes y responsabilidades colectivos e individuales que resulten necesarios para la implementación efectiva y universal de los derechos humanos, en particular, de los consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en los instrumentos internacionales de derechos humanos subsiguientes.

Objetivos de Desarrollo del Milenio

Los Objetivos de Desarrollo del Milenio promulgados en el año 2000, son objetivos de desarrollo humano que los 192 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015. En la Declaración del Milenio, se recogen ocho objetivos referentes a la erradicación de la pobreza, la educación primaria universal, la igualdad entre los géneros, la mortalidad infantil y materna, el avance del VIH/sida y el sustento del medio ambiente. En respuesta a aquellos que demandaban un cambio hacia posturas más sociales de los mercados mundiales y organizaciones financieras, se añadió el Objetivo 8: “Fomentar una Asociación Mundial para el Desarrollo”, con el fin de promover que el sistema comercial, de ayuda oficial y de préstamo, garantice la consecución en 2015 de los primeros siete Objetivos y, en general, un mundo más justo.

Carta Encíclica Laudato Si’

En la encíclica Laudato Si el Papa Francisco hace un llamado urgente a todas las personas de bien para que tomemos conciencia de la importancia de cuidar el medio ambiente y nuestro planeta, al que se refiere como “nuestra casa común”. Su nombre fue extraído del cántico religioso Cántico de las criaturas. La encíclica se centra en el planeta Tierra como lugar en el que viven las personas, defendiendo la naturaleza, la vida animal y las reformas energéticas. En seis capítulos reunidos bajo el el subtítulo: Sobre el cuidado de la casa común, Francisco realiza una crítica mordaz del consumismo y el desarrollo irresponsable, con un alegato en favor de una acción mundial rápida y unificada "para combatir la degradación ambiental y el cambio climático".

Objetivos de desarrollo sostenible (ODS)

Para dar seguimiento a la Declaración del Milenio, adoptada en el año 2000, la Organización de Naciones Unidas (ONU) formuló y aprobó los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), con el fin de atender los desafíos más urgentes que enfrentaba el mundo en cuanto a la satisfacción de necesidades básicas, haciendo un llamado a la comunidad internacional para que participara de un proceso coordinado de desarrollo con metas a obtener en 2015. En septiembre de 2015 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Los ODS son el plan maestro para conseguir un futuro sostenible para todos. Se interrelacionan entre sí, e incorporan los desafíos globales a los que nos enfrentamos día a día, como la pobreza, la desigualdad, el clima, la degradación ambiental, la prosperidad, la paz y la justicia.

Terra Carta

En sintonía con la Sustainable Markets Initiative (Iniciativa de Mercados Sostenibles), en 2020 el príncipe Carlos de Inglaterra presentó la Terra Carta, un plan integral para que se implementen proyectos tendientes a la remediación y adopción de formas de producción amigables con el medio ambiente. Inspirada en la histórica “Carta Magna”, Terra Carta sienta las bases de un plan de recuperación integral que coloca a la naturaleza, las personas y el planeta en el centro de la creación de valor global, y que propone aprovechar el poder precioso e irreemplazable de la naturaleza, combinado con la innovación transformadora del sector privado.

Más información

Informe Bruntland

Agenda 21

Carta de la Tierra

Cambiando el rumbo.