Conversación

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"Unos quinientos años antes de la era cristiana se dio en la Magna Grecia la mejor cosa que registra la historia universal: el descubrimiento del diálogo. La fe, la certidumbre, los dogmas, los anatemas, las plegarias, las prohibiciones, las órdenes, los tabúes, las tiranías, las guerra y las glorias abrumaban el orbe; algunos griegos contrajeron, nunca sabremos cómo, la singular costumbre de conversar. Dudaron, persuadieron, disintieron, cambiaron de opinión, aplazaron… Sin esos pocos griegos conversadores la cultura occidental es inconcebible. Remoto en el espacio y en el tiempo, este volumen es un eco apagado de esas charlas antiguas. Conversemos" (Prólogo de "Diálogos" de Jorge Luis Borges y Osvaldo Ferrari)


Una conversación es un diálogo oral o escrito entre dos o más personas que intervienen alternativamente expresando sus ideas y/o afectos sin necesidad de planificación. Se establece una comunicación a través del lenguaje verbal (en una sala de chat y al hablar) y lenguaje no verbal (gestos, muecas, etc).

A diferencia del monólogo, la conversación es una interacción en la que los interlocutores contribuyen en la construcción de un texto. No lo hacen al mismo tiempo, sino que cada uno tiene su turno de hablar.

La conversación puede girar en torno a uno o muchos temas y está condicionada por el contexto. En una situación informal, estos pueden variar con facilidad y sin previa organización, los dialogantes pueden expresar su punto de vista y discutir. En las situaciones formales las posibilidades mencionadas pueden estar limitadas para uno o ambos lectores.

La conversación es una manera de relacionarse con las personas, sirve para obtener información y compartir escenarios que muestran la diversidad de afectaciones, pensamientos, experiencias y posturas; genera procesos reflexivos que permiten organizar el discurso propio en relación al contexto conversacional en el que se participa, no necesariamente guiados por un investigador; es mejor conversar con pocas personas dando mayor importancia a cada uno de los temas tratados.


Conversación

Por Hugo Oscar Ambrosi, 2019

Conversación. ¿Conversar? ¿Entre nosotros...? ¿Con ellos...? ¿Conmigo mismo...?

Sería difícil encontrar algo tan extendido, al alcance de todos, que se manifiesta en cualquier circunstancia. Y desaparece cuando menos se lo espera. Desde la charla balbuceante del bebé que, en su impotencia verbal, traduce sus declaraciones, reclamos y protestas en llanto, hasta las últimas palabras dichas al oído o expresadas sujetando la mano afectuosa que acompaña. Desde la cuna a la tumba, toda la vida es una conversación.

¿Cuántas veces con nosotros mismos? ¿Cuántas noches nos preguntamos, nos decimos, nos prometemos, nos reclamamos? ¿O rogamos, rezando, implorando, a Dios, al Universo, a la Vida, al Amor?

¿Cuántas veces esos curiosos y maravillosos momentos en que nos alcanza la felicidad, ocurren en medio de una conversación que celebramos con un amigo? ¿O los sentimos después de resolver un enojo, malentendido, confusión, mediante una charla sanadora? Con alguien al que nos unían -o separaban- ofensas, deudas, promesas, establecidas entre nosotros por palabras dichas o calladas, reclamos presentes, explicaciones ausentes, disculpas o perdones callados.

La conversación contiene todo. Trasciende el diálogo que es asociativo en la elaboración de un pensamiento. O el debate que busca tomar una decisión. Y con mucha más razón la polémica, que se propone la derrota del interlocutor.

La conversación es la forma más pura del contacto social, que nos hace humanos. Se conversa en la cocina, en los zaguanes, en el café, en la plaza. No plantea cuestiones de género. Las mujeres superan a los hombres en aprovechar las oportunidades para conversar.

Como bien dice Oakeshott: “En una conversación los participantes no se comprometen en una investigación o un debate; no hay que descubrir una 'verdad', ni probar una hipótesis ni sacar una conclusión. No tienen el propósito de informar, persuadir o refutar al otro y, por lo tanto, la evidencia de sus expresiones no depende de que hablen en la misma forma (en el “mismo idioma”): pueden diferir sin discrepar.

En la retórica es necesario cuidar que, en el fragor de la discusión, no se cometan falacias, que frecuentemente se dirigen a descalificar al interlocutor y no a responder sus argumentos.

En cambio, la conversación es convocada para estar juntos. Lo que se habla aparece como el ejercicio, la práctica de estar juntos y “dar vueltas”.

Los diferentes resultados tienen en común haber animado el encuentro de los interlocutores, alimentando la conversación. Al final, las partes se despiden satisfechas de los intercambios y predispuestas a volver a encontrarse, Cada una seguirá pensando, aprovechando los materiales (datos, opiniones, interpretaciones) que la conversación ha dejado en los participantes.​


10 Estrategias para tener una conversación perfecta

1. Busca la oportunidad adecuada

Observa la situación en la que se encuentra la otra persona y aprovecha el momento en el que estés preparado para iniciar una conversación. Acércate con educación y, cuando veas su disposición a hablar, empieza a ganarte su confianza.

2. No te quedes nunca callado

Tienes que tener varios temas de los que tirar para evitar que la conversación sea monótona y demasiado estereotipada. La cultura general o las aficiones pueden ser un punto de unión que facilite el curso de esta conversación.

3. Muestra interés por sus gustos

Deja espacio para que la otra persona te cuente cuáles son sus motivaciones. Valora siempre lo que tiene que decir. No llenes toda la conversación con tu propia voz y muestra empatía por lo que otros comparten contigo.

4. Escucha y ten curiosidad

No tengas miedo hacer preguntar abiertas para que la otra persona note que te estás interesando por ella. Es una forma inteligente de conocer a los demás y llegar realmente a saber lo que quieres. Recuerda siempre que esta conversación no es un monólogo. Deja espacio.

5. Cambia de tema si algo incomoda

Tienes que saber dónde está el límite de cada tema y tener los recursos suficientes para ponerles fin si así lo requiere la situación. Notarás que la otra persona se muestra nerviosa y sin ganas de continuar hablando. Haz una pausa y continúa con otro tema como si no hubiese pasado nada.

6. Adapta el tono a cada conversación

No es lo mismo estar en una reunión con amigos, que en la oficina, que en casa con la familia. El tono de una conversación debe ser el necesario en cada situación. Uno puede requerir más esfuerzo e implicación que otros. Tenlo en cuenta.

7. Cuenta anécdotas propias

Una forma de hacer que la conversación gire en torno a un ambiente de confianza y naturalidad es hacer partícipe a la otra persona de tus propias experiencias. Es una forma de hacer que la comunicación sea más fluida y captes su interés.

8. Evita las preguntas personales

No intentes saber más de lo que debes. Hasta que la conversación no esté más avanzada y veas la disposición de la otra persona a contar parte de su vida, no te lances a preguntar. Puede resultar demasiado atrevido y pondrá punto y final a la conversación.

9. Piensa antes de hablar

Si buscas alcanzar un propósito con esta conversación tienes que medir tus palabras y planificar por dónde quieres que vaya el diálogo. Ten claras tus ideas y plantéalas para que sean fáciles de comprender.

10. Intenta mantener el contacto

El final de una conversación puede ser tan importante como el principio de la misma. Hará que se vaya con una sensación u otra. Por eso, muestra tu disponibilidad para tener otro encuentro y agradece a la otra persona la conversación que habéis tenido.


Decálogo para la conversación

Por Marcelo Figueroa

1. LAICO antes que LAICISTA.

Si bien es una terminología que se utiliza en relación a la Religión-Estado, nos sirve para entender los tiempos y las necesidades. Es importante que el Estado sea independiente de cualquier religión, pero no por eso debe ser contrario al aporte que éstas puedan realizar.

En la pedagogía del diálogo, el aporte del sistema de creencias, inclusive en las currículas educativas, puede aportar la dimensión espiritual que cada persona, pueblo o país trae como un elemento fundamental.

Es tan importante como la visión del cuerpo, porque hace una mirada integral y realista del ser.

2. COSMOVISIÓN antes que UNIVISIÓN.

Dialogar es estar abierto a un diálogo, no solo con las personas, sino también con todo el sistema vida. San Francisco nos enseñó que escuchar, era también escuchar a las aves del cielo. La importancia del silencio durante la conversación. Quizás tendríamos que aprender de los pueblos originarios que siempre supieron mantener un diálogo fluído con la Madre Tierra.

Es importante recordar que siempre llegamos al diálogo con un par de anteojos puestos sobre nuestras narices, y que en gran parte el arte de la conversación es animarnos a quitarnos esos lentes, al menos por un rato.

La pedagogía del diálogo es querer escucharte con el fin de descubrir cuáles son los puntos tenemos en común.y nos unen.

3. DIVERSIDAD antes que UNIFORMIDAD.

El Todo es superior a la parte.

Si no se hacen presentes opiniones divergentes, seguramente es porque no estamos dialogando.

4. LA OTREDAD antes que LA INDIVIDUALIDAD.

Para conversar necesito del otro, sin el otro, no tengo ninguna posibilidad de ser.

5. LA ENCARNADURA antes que LA CARICATURA.

Significa jugarse por el otro. Si algo malo le pasa al otro, también me pasa a mi, porque el otro también soy yo.

6. FUNDAMENTO antes que FUNDAMENTALISMO.

Para que el diálogo sea fructífero nunca debo licuar mi identidad, ya que el diálogo depende de que cada una de las partes pueda expresar quién es y aquello que piensa y siente.

A pesar de que no haya acuerdo, siempre se deben poder manifestar y mantener las dos posiciones.

Solo a partir de este principio básico de la valoración de la riqueza que reside en la diversidad y del respeto por la singularidad de cada persona es que quizás, podamos llegar a construir una nueva verdad entre todos.

El problema se dá cuando una de las partes quiere controlar el diálogo para demostrar que tiene razón.

7. LA INCLUSIÓN antes que LA DISCRIMINACIÓN.

A veces tenemos más empatía y nos conmueve más un chico muerto en el Mediterráneo, que un chico que está pidiendo comida en la esquina.

Y esto es algo que nos pasa en todos lados, tanto en el diálogo interreligioso como en las familias.

8. VALORACIÓN si, TOLERANCIA no.

La palabra tolerancia destila siempre un poco de autoritarismo.No se puede dialogar si no valoramos al otro y lo consideramos y tratamos como a un par.

9. INCOMODIDAD antes que CONFORT.

Conversar siempre implica salir de nuestra zona de confort que muchas veces está acotada a los que piensan, sienten, viven o simplemente son como uno mismo. La conversación produce incomodidad porque me invita a salir de esa zona para ingresar en un territorio desconocido que puede tener códigos, conceptos o herramientas de comunicación muy diferentes a las mías.

10. DUDAS antes que CERTEZAS.

El gran disparador de la fe es la duda, no la certeza. Porque desde la certeza, levanto barreras que me impiden preguntar.Es más importante estar en paz que estar de acuerdo en todo.


12 claves para abordar conversaciones difíciles

La calidad de tu liderazgo depende de la calidad de tus conversaciones.

Pero, en la última década, la tendencia a evitar conversaciones cara a cara enviándonos correos electrónicos desde la distancia, como francotiradores escondidos tras un teclado y una pantalla, se ha convertido en una epidemia que deteriora las relaciones entre profesionales. Y también entre amigos y familiares.

¿Cómo abordar nuestras conversaciones pendientes, esas que son difíciles, porque requieren esfuerzo intelectual y emocional y porque pueden salir mal?

De todas las variables que intervienen en una conversación, hay dos que determinan notablemente su impacto: la fuerza de la argumentación y el grado de empatía entre los interlocutores. La argumentación tiene que ver con qué se dice y cómo se diseña el mensaje, y la empatía con quién conversa y cómo es su actitud.

6 claves para mejorar la capacidad de argumentar

1. Identifica el objetivo de la conversación:

Hazte la siguiente pregunta: ¿qué es exactamente lo que pretendo con esta conversación? ¿Restaurar una relación deteriorada o deteriorarla aún más?

2. Diseña los mensajes clave a partir del objetivo:

Procura que no sean más de dos o tres, si quieres que tu interlocutor los recuerde tras la conversación. A la hora de diseñar los mensajes clave, prescinde de aspectos que pueden desviar la conversación a áreas fuera del objetivo o a irse por las ramas. Es tan importante saber elegir tanto lo que vas a decir como lo que no vas a decir.

3. No hagas suposiciones:

Asegúrate de que conoces las reflexiones, las inquietudes y las expectativas de tu interlocutor sobre el contenido de la conversación. Y hazle saber que las conoces. Pregunta antes de hablar y escucha atentamente la respuesta.

4. Suspende el juicio cuando te falte información relevante:

Espera a tener suficientes datos y hechos antes de pronunciarte. Y cuando te pronuncies, hazlo con cautela: no envíes el mensaje de que te sientes en posesión de la verdad.

5. Manifiesta claramente tu apertura a modificar tu punto de vista a partir de los argumentos del interlocutor, de modo que no haya duda de que tu enfoque de la conversación es un diálogo, no una batalla en la que habrá un vencedor y un vencido.

6. No apabulles con un exceso de palabra:

Baja las revoluciones si sueles hablar muy rápido, y no yuxtapongas reflexiones, sensaciones, juicios y datos, mezclándolo todo. Ir por partes ayuda a avanzar juntos paso a paso. Apoya tus mensajes con hechos y datos. Pocos y convincentes. La clave está en seleccionarlos bien, no en intentar presentarlos todos.

6 claves para mejorar la empatía

1. El tono de una conversación depende en buena medida del tono de las interacciones previas entre los interlocutores:

Es decir, de la pre-conversación. Hasta los metales más duros se doblan con el calor, pero alcanzar la temperatura adecuada lleva su tiempo... Estas interacciones durante la fase de pre-conversación también te ayudarán a escoger el momento idóneo para tenerla. Antes de abordar una conversación, revisa tu conversación interior. Y si es el caso, deja que se enfríe tu ofuscación ya que puede llevarte a pintar un retrato frívolo de la otra persona, a base de brochazos improvisados que ignoran sus virtudes y acentúan sus defectos. Si en tu interior le criticas sin mesura, no será creíble un tono más moderado en el “cara a cara”. Lo quieras o no, tu rostro te delatará, creando un clima de desconfianza.

2. La mirada revela tu mundo interior:

Rehuirla es señal de una disociación entre, por un lado, lo que dices y, por otro, lo que piensas y sientes. Si tu conversación interior es consistente con la exterior, la franqueza de mantener el contacto visual le dará fuerza a tus argumentos. Mantener el contacto visual te permitirá “escuchar con los ojos”, un modo inequívoco de mostrar tu interés por la otra persona y por lo que dice. En otras palabras, le harás sentir que le escuchas de verdad, no que sólo le oyes.

3. Evita dos manifestaciones típicas de falta de interés:

Empezar a hablar antes de que el interlocutor haya terminado una frase -o un milisegundo después, que viene a ser lo mismo- e introducir un repentino cambio de tema sin haberle contestado o, al menos, haberle dado alguna señal de que has escuchado con atención lo que acaba de decir.

4. Envía a tu interlocutor el mensaje de que te interesa más lo que conjuntamente pueda surgir de la conversación que tus propios planteamientos.

Y si la conversación pretende resolver un conflicto o evitar que se desencadene, deja claro que te importa más mantener la relación que tener razón. Ten la humildad y la grandeza de reconocer que la conversación con tu interlocutor ha hecho que cambies de opinión.

5. Si vas a conversar sobre un asunto espinoso con alguien con quien tienes una relación tensa, no pongas mobiliario de por medio:

Sal de la oficina, busca un lugar neutral, baja a la calle y, si es posible, pasea con tu interlocutor. Para caminar juntos hace falta ir en la misma dirección y ese pequeño esfuerzo de alinear el rumbo al andar predispone a encontrar juntos soluciones.

6. Los mensajes extraordinarios tienen más impacto con una puesta en escena extraordinaria:

A la hora de tener conversaciones importantes, busca escenarios distintos de los habituales como el despacho, la sala de reuniones o el restaurante de siempre. Aborda la conversación en un paseo marítimo, en un parque o en una terraza, por ejemplo.